| Corrían los noventas, una melodía pegadiza sonaba en el televisor, y las familias dejaban de ser protagonistas en la pantalla para darle un lugar destacado a un grupo de adolescentes. No eran chicos comunes, ellos vivían en Beverly Hills. Su exclusivo código postal definía una posición en un universo social de privilegio y le daba su nombre a una serie: "Beverly Hills 90210". Con 296 capítulos la producción fue uno de los fenómenos televisivos de su década. El tiempo pasó y en las últimas temporadas sus personajes ya adultos habían perdido el rumbo y la serie la audiencia. Más de 18 años después la melodía vuelve a sonar un tanto distorsionada en un "spin off" numérico, "90210", y decadente. Una vez más dos hermanos llegan a Beverly Hills y serán nuevos miembros de su exclusiva escuela secundaria. Esta vez no son mellizos, son una niña blanca, Annie, y su hermano adoptivo negro, Dixon Wilson. Es que ahora estamos en el siglo XXI y Barack Obama puede ser presidente sólo en unos días más. Annie y Dixon llegan a la ciudad de los chicos mimados y ricos con su padre, quien regresa a su lugar de origen, después de vivir durante años en Kansas, para ayudar a su madre y convertirse en rector la escuela. Amigos nuevos, enamoramientos, aceptación y rechazo, son los temas que abordará la serie de la que participarán algunos de los que fueron protagonistas de la original como Jennie Garth, que vuelve a ser Kelly, ahora con un hijo pequeño y trabajando como consejera de la secundaria y Shannen Doherty, quien en su papel de Brenda ayudará a los alumnos a montar una obra teatral. Nuevo elenco, nuevo siglo pero las mismas ideas limitadas de los guionistas y malas actuaciones de sus protagonistas. | |