-Se cumplieron 25 años del triunfo de Raúl Alfonsín en las elecciones del ´83. Usted fue el primer profesional de seguimiento de la opinión pública que anticipó, dos meses antes de aquel 30 de octubre, ese triunfo.
-Nobleza obliga: Edgardo Catterberg (fallecido hace varios años) también lo anticipó. A comienzos de setiembre teníamos en claro cuál sería el rumbo de las urnas, y no parecía que hubiera cambios. Incluso tengo una anécdota. Yo llevé una nota anticipando lo que me decían nuestras exploraciones a un gran diario nacional y el secretario de Redacción no me la quería publicar porque decía que estaba equivocado, que iba a ganar el peronismo... "No te conviene, Manolo: te va a desprestigiar profesionalmente", me decía. "No te preocupes, ése es un tema mío", le respondía yo. Y bueno, finalmente la publicaron.
-Y pocos años después se convertiría en el único en anticipar que Violeta Chamorro le ganaría al sandinismo.
-También en esto nobleza obliga: una empresa de Costa Rica tenía el mismo diagnóstico. Pero sí, fuimos los únicos ante un convencimiento generalizado de que Daniel Ortega se quedaba en el poder. Los comandantes venían de un tiempo épico, tenían el gobierno, etcétera, etcétera, etcétera. Pero había muchos nicaragüenses que querían algo nuevo, y nosotros lo habíamos detectado. Claro, cuando dimos a conocer nuestra proyección, bueno, hubo sectores de allá y de aquí que nos acusaron de todo.
-¿De trabajar para la Compañía?
-¡Sí, como mínimo éramos agentes de la CIA! ¡Esbirros del Imperio! Pero la historia nos dijo que estábamos acertados, como aquí con Alfonsín.
-Desde su composición, ¿qué derrotó aquí al peronismo en el ´83?
-Una coalición de centroderecha o en todo caso, y tal como lo analicé en un libro que ya tiene cerca de 20 años...
-¿"Ensayo y error"?
-Sí, sí, para ser rigurosos, ahí yo digo que esa coalición fue "predominantemente de centroderecha" porque en los hechos, como convergencia final, es decir que se conformó en las últimas semanas, también le dieron forma planos de izquierda y centroizquierda. Si usted me permite, yo escribí que a la hora de sumar votos el alfonsinismo resultó -sin que estas expresiones deban ser tomadas en un sentido ideológico sino tan sólo como orientaciones valorativas generales de la población- una coalición implícita entre un segmento de la sociedad argentina que mantenía valores que podríamos denominar "democrático sociales" y otro segmento que podríamos denominar "liberal". Pudieron votar a Alfonsín los radicales de centroizquierda, conscientemente socialdemócratas, y los típicos votantes radicales de centroderecha; pudieron votarlo tanto socialistas e izquierdistas moderados como Alsogaray.
-Bueno, en sus memorias Alsogaray dice que en esa elección la opción, al menos desde sus parámetros ideológicos, era votar al peronismo con su historia totalitaria a cuestas o por el radicalismo, que se presentaba como el paradigma de la democracia?
-Bueno, recuerdo su confesión: anunció su voto a favor de Alfonsín "como si estuviera tomando aceite de ricino".
-En términos de gobierno, ¿qué le pasó a Alfonsín? En términos académicos es una cuestión blanco de mucho interés para la investigación?
-Yo sigo sosteniendo que mucho de su fracaso, de ese final tan patético, lo más estructural de las causas, tuvo que ver con las ideas de Alfonsín. Ideas que, además, son propias del radicalismo. Gobernó bajo el dictado de ideas que no se atrevió a superar.
-¿O no quiso?
-Mire, a lo largo de mi vida profesional, que está directamente vinculada con el seguimiento de la política, me convencí y he sostenido incluso en el campo de mis ensayos, de mis libros, que cuando se llega al gobierno se llega muy comprometido con mucho de su propio pasado como político. Esto hace a ideas que se acuñaron durante años, ideas propias del partido al que se pertenece, lealtades? en fin, compromisos que condicionan, quitan espacio si no hay voluntad de quebrar esas limitantes cuando se percibe que lo que se piensa no es necesariamente lo mejor para gobernar. O sea, los problemas, para el caso los que debió sobrellevar Alfonsín, vistos desde sus causas, estaban más adentro que afuera de él. En relación con esto y en el libro que usted mencionó, yo recuerdo a Peter Drucker en aquello de que en política el "enemigo no es algún otro; el enemigo somos nosotros".
-¿El enemigo fue la inflación o la concepción que Alfonsín tenía de la ausencia de la inflación como un problema?
-Bueno, pero ahora pregunto yo: ¿qué pensaba Alfonsín de la inflación?
-No la vio como un problema. Lo ha dicho, lo firmó.
-Pero lo real es que el país que termina con Alfonsín es el país de la inflación. Alfonsín, aun en todos los reconocimientos que le debemos, operó, gobernó, desde convencimientos que se le volvieron en contra.
-El actual primer ministro británico acaba de señalar que hay convencimientos que creen que la política suele convencerse de que está en la línea correcta. Pero de golpe todo estalla. Del futuro dominado a la nada...
-El más grave convencimiento de un político es creer que con el voluntarismo se solucionan los problemas nacionales. El voluntarismo, en tanto trabajo y expresión de deseos, en política a la larga suma cero. El voluntarismo es o suele ser, inexorablemente, fracaso a la hora de los resultados. Guiado por el voluntarismo, el que manda se convence de que...
-¿De que de alguna manera las cosas siempre saldrán, como sostiene Neilson?
-Creo que lo que sucede con el voluntarismo es que ignora la realidad externa a lo que uno piensa... cree que no se da otra realidad que la que uno mismo se imagina. En el voluntarista hay ausencia de restricciones a las cuales obedecer o tener en cuenta. Valen la voluntad de quien gobierna y los términos en que pueda transferir ese estado de voluntad. Creo que los argentinos tienen cada vez menos tolerancia al voluntarismo de sus gobernantes.
-Usted suele hablar de que la gente se cansa de los políticos que "hablan y hablan".
-Mejor, yo diría que los argentinos quieren que les hablen de cosas concretas y sus soluciones.
-Alfonsín descuidaba la inflación en tanto depreciación de la moneda que castigaba a los sectores de menores recursos. ¿En aquel tiempo usted percibió las consecuencias de ese descuido?
-No sé si percibí esas consecuencias, pero recuerdo charlas con el equipo de Economía de Juan Sourrouille, en las cuales ellos me decían: "Sí, estamos de acuerdo. Ésta es la realidad". Me lo decía especialmente Brodersohn, secretario de Hacienda..."Sí, estamos de acuerdo: la inflación es un desafío terminal, pero el presidente hace lo que quiere". El político argentino que se convence de que sólo con el voluntarismo se puede gobernar, está frito. Alfonsín no pensaba así y perdió... entonces dejó de ser esa "bisagra política" que unía tantas cosas... ése fue su drama, y el de todos, claro.
CARLOS A. TORRENGO
carlostorrengo@hotmail.com