| ||
Grandes ideas | ||
"Cuando las personas hablan de grandes ideas, súbitamente parecen poseídas por dioses. Llevan los hombros para atrás, la voz parece salirles de más adentro y empiezan a hablar en mayúsculas?" (de "Las Grandes Ideas", Suzanne Cleminshaw, finalista del Whitbread First Novel Award 1999). San Martín de los Andes irá hoy a elecciones para dirimir 20 bancas de convencionales, cuyo objeto es reformar la Carta Orgánica Municipal. Desde luego, es una trascendente labor, pero quizá no tanto como creen algunos, que la equiparan con una suerte de bisagra fundacional para la ciudad. La escasez de interés demostrado hasta aquí por el grueso de la ciudadanía puede tener múltiples causales. Pero entre ellas no habría que desdeñar una simple y elocuente: tal vez la gente asume que la reforma de la Constitución local no le cambiará la vida. Sin embargo, se trata de una percepción sólo parcialmente cierta. Por caso, hay quienes creen que los humedales (mallines) deberían tener protección absoluta desde la mismísima Carta Orgánica, disminuyendo casi hasta el vedamiento las alternativas de urbanización. Sin juzgar la bondad o no de esa idea, lo innegable es que a mediano plazo tendría efectos benéficos en el ecosistema, pero también impactaría sobre el valor de la tierra de La Vega Plana, en un municipio que destaca por la escasa disponibilidad de espacios aprovechables y en el que son millares aquellos a los que les resulta inalcanzable el techo propio. Algunos lotes, dependiendo del lugar de la "raya" en el que hubieren quedado, podrían pasar a cotizar en onzas de oro, mientras que otros sufrirían una fuerte depreciación. Una vez más, no se trata aquí de objetar esa eventual consecuencia sino de advertir que ciertas decisiones pueden tener más de un impacto, por encima del efecto buscado. En contraste, ciertas declaraciones de derechos podrían tener grandilocuente enunciación en la Carta Orgánica, pero modesto o nulo efecto en la vida cotidiana de los vecinos. Derechos de las personas, del niño, de la familia, de los ancianos, de las etnias nativas, entre otros, ya tienen rango constitucional o están reconocidos en tratados internacionales con rango constitucional y se aplican (deberían aplicarse) por efecto de la pirámide jurídica. Si el objeto es hacer un acto de fe explícito, con la idea de que en estas materias lo que abunda no daña, bienvenido sea; pero los convencionales deberán tener muy en cuenta la coordinación con esa aludida pirámide jurídica, en más de un sentido. Por ejemplo, sería redundante que el municipio reconociera meramente la preexistencia de los pueblos originarios, que ya es constitucional, pero en cambio sería novedoso que explorara el concepto de interculturalidad desde una perspectiva de aplicación concreta. A modo de evidencia y en tono de pregunta: ¿reconocer una cosmovisión distinta podría dar lugar a admitir ordenanzas diferenciadas sobre, por caso, el uso de la tierra? Esa admisión, ¿en qué medida afectaría los principios de igualdad ante la ley para el resto de los vecinos? Es comprensible y loable la enjundia declarativa sobre la reforma de la Carta Orgánica y el futuro sanmartinense. Pero quizá, tanto como de seguro serán bienvenidas "las grandes ideas", serán deseables en el convencional las más discretas y menos mediáticas virtudes de la prudencia, el equilibrio, la mesura y la disposición a escuchar al otro. | ||
Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí | ||