Esperanza en contrabajo y voz, el pianista argentino Leo Genovese, Pablo Ito en batería y el guitarrista Ricardo Vogt hacen el Esperanza Spalding Quartet que visitará por primera vez Neuquén, este martes, a las 22, en el Cine Teatro Español, para presentar su segundo disco "Esperanza" , el más vendido por un artista de jazz en lo que va del año.
Esta joven -nació en el 84- contrabajista, cantante, arregladora y compositora, viene trabajando con renombrados colegas como Pat Metheny, Michel Camilo, Stanley Clarke, Richard Bona, el vibrafonista Dave Samuels, la cantante Patti Austin, los saxofonistas Donald Harrison y Joe Lovano, el trompetista Wynton Marsalis, los pianistas Chick Corea y Herbie Hancock, y más recientemente con el guitarrista flamenco Niño Josele, a quien acompañó en 2007 en Buenos Aires, cuando se presentó en el Teatro Coliseo.
De padre norteamericano y madre mexicana, siendo muy joven, aprendió a tocar violín en un año, de forma autodidacta, y ganó un puesto en la Sociedad de Música de Cámara de Portland, Oregón, su ciudad natal. Mientras era concertino a los quince años, descubrió el contrabajo y los caminos que, lejos del universo clásico, le abría este instrumento. Poco después tocaba blues, funk, hip-hop y mil y diversos estilos en clubes locales. Su técnica viene avalada por estudiar en el Berklee College of Music, donde ingresó con dieciséis, se graduó en 2005 y fue contratada como profesora con apenas veinte años.
"Junjo" (06), su primer disco solista contiene ocho temas de jazz y adaptaciones de obras de Gustavo "Cuchi" Leguizamón, Chick Corea y Egberto Gismonti. "Esperanza", varios temas propios, más versiones de ´Ponta de Arreia´ de Milton Nascimento, la jazzera e hispana ´Body & Soul´ y un contundente ´Samba en preludio´ de Baden Powell y Vinicius de Moraes.
A Neuquén llega tras presentarse en Barcelona y Madrid; en San Francisco, California, Seattle, en el Tim Festival de San Pablo y Río de Janeiro, La Trastienda de Buenos Aires; y Abbey Road Concert de Mar del Plata. Una gira que seguirá por Nueva York, Viena y Zurich en enero, y numerosas ciudades de EEUU del 5 de febrero al 7 de noviembre del 2009.
Una mujer joven en la historia del jazz, básicamente masculino, que toca contrabajo y además de cantar, arreglar, componer (ríe Esperanza), lidera dos grupos.
"Este trabajo creció poco a poco. Comencé tocando y haciendo música cuando tenía cinco años sólo; hace poco más de dieciocho que hago esto. Y no me parece tan rápido el paso del tiempo. Comencé a componer cuando tenía siete u ocho y toda mi vida he ido creciendo lentamente. Creo que alguien que hace música durante tanto tiempo debería hacerlo muy bien. No sé? No entiendo que hago algo muy grande, solamente trabajo mucho. Conozco muchos músicos con mi misma edad, que también hacen tanto como yo. Ahora, pueden llamar la atención mis cosas, pero me parecen muy naturales. Cuando ves la historia de mi vida, que he comenzado a los cinco, es más natural todavía.", dice ella
- De niña jugabas con la música, pasaste a la adolescencia en ese mundo diferente al de otros chicos, tus vecinos de barrio, de ciudad.
- Sí, pero en mi casa, mi familia no era de músicos; claro que mi madre me impulsaba en cada cosa que yo quisiera hacer. Si quería música, ella buscaba las oportunidades, cualquier cosa que hubiera en mi ciudad para que me formara. Estuve mucho tocando con adultos y personas más viejas que yo, en orquestas sinfónicas, de música de cámara, grupos de cámara y todo tipo de formaciones en el mundo clásico. Cuando empecé a experimentar con oboe, integré ensambles de instrumentos de viento.
- El mundo del contrabajo también es masculino. Los contrabajistas son mayoría en el mundo.
-Particularmente en el ámbito de jazz. En el clásico hay muchas mujeres que tocan bajo, en orquestas sinfónicas, más."
- ¿Eso te generó más posibilidades de trabajo o más competencia?
-(Suspira) No siento diferencia. Entre los músicos, no. Si, a veces, tengo que presentar, cómo decir? Demostrar mi talento o mi capacidad en el instrumento. Pero, normalmente siento diferencias en cuestiones personales, en las personalidades, cuando no estoy tocando. En los aeropuertos, las pruebas de sonido, cuando estoy solo yo, una mujer sola, rodeada de hombres. En el mundo musical es distinto, mucho más que en otras situaciones de la vida, importa más cómo tocas. Me manejo bien con los hombres, no como iguales, con los límites normales; ensayamos mucho, todo es música, entonces tengo confianza en mi música. La diferencia, a veces, se da al estar con hombres cuando no estamos tocando. ¿Entiendes?
- En el jazz, en el momento de los solos, los instrumentistas se desafían entre sí, demuestran sus habilidades, compiten? Y eso, te toca hacerlo desde tu lugar femenino.
-Normalmente, si alguien quiere competir conmigo, yo lo dejo. Dejo la energía para él. Si el quiere el poder?
- Que lo tenga.
-Sí, si el quiere? A mí no me interesa. Habitualmente toco con personas que no tienen esa necesidad. Cuando ellos comienzan así, que me ha tocado, yo toco como toco. Hago lo que sé hacer, porque no es una pelea. La música es lo más natural de la vida, es algo que debe ser muy fácil. Entonces cuando los hombres empiezan a competir, los dejo hacer, no me interesa ese juego. La música me interesa en cuanto a qué quiero transmitir al tocar. Es difícil de explicar porque todavía, todo el tiempo está cambiando. Pero, en este momento de mi vida, no estoy tratando de enviar algo específico que tengo completo en mi corazón. Trato de tocar o descubrir las posibilidades de la belleza de la música. Es como una bendición que tengo. La música es tanto más grande que yo, y siempre trato de transmitir algo de este mundo superior a mí, para mi audiencia, el público. Creo que cuando tenga más años, sea mayor, cuando madure, voy a entender más cual es mi vocabulario musical único. Ahora es tiempo de descubrir y tomar un poco de ese espíritu, de esa bendición que tengo para tocar.
- ¿Qué sensación te genera?
-Es el placer más grande que yo conocí hasta hoy. Es un estado como de meditación, particularmente con música que tiene muchos solos o improvisaciones. Llego a un estado en el que me alejo de mi ego, de mis preocupaciones y sólo toco los sonidos que oigo. Para estar libre con mi espíritu y mis oídos solamente para los sonidos, y enviar la cosa más pura que oigo de mí y de los músicos de mi grupo. Y segundo, satis, satis?
- ¿Satisfaction?
(Ríe) -Sí, para oír y responder y comunicar nuevas ideas que envío a mis compañeros y ellos me devuelven. También empecé a descubrir cuándo el público está feliz, cuándo siento que la gente conmigo está contenta, satisfecha como yo.