- No me dan bola, son como los Locos Adams, repite en la intimidad el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, respecto del matrimonio compuesto por la presidenta Cristina Fernández y su esposo y antecesor en el cargo, Néstor Kirchner.
- No estamos de acuerdo con el saqueo del dinero de los jubilados, sentencia Elisa Carrió, la dirigente que salió segunda en las elecciones de octubre de 2007, al referirse al proyecto K para traspasar al Estado los fondos administrados hasta aquí por las AFJP.
- La oposición y algunos medios de comunicación son destructivos. No entienden la crisis global ni dejan que el gobierno lleve adelante su programa, se planta en nombre del "modelo" el jefe de la bancada de senadores del Justicialismo, Miguel Pichetto.
Con este nivel de descalificación, más el prematuro quiebre entre Cristina y su vicepresidente, el radical (expulsado de la UCR) Julio Cobos, es más que evidente la falta de diálogo y consenso entre las principales fuerzas políticas, empeñadas en morderse los talones en un mundo que se sacude financieramente, como vaticinando un Apocalipsis.
A meses de concluida la feroz pelea con el campo -que enterró a la 125, pero dejó vivitos y coleando a los problemas de la soja, la carne y la leche e indiferente a la población urbana-, la presidenta Cristina Fernández avanzó con una decisión estructural y estratégica. Advirtió: las presiones serán muy fuertes porque son grandes los dividendos.
Y ya en el Congreso estaba abierta la disputa por el presupuesto para 2009, objetado entre otros por el ex ministro Roberto Lavagna, hoy un acérrimo crítico de lo que él y otros denominan superpoderes, en tanto que oficialistas como la senadora Nancy Parrilli, replican que los que esgrimen ese criterio son difamadores.
"Lo proyectado es previsible y cierto y garantiza la ejecución de las obras. No son superpoderes, sino atribuciones del jefe de gabinete, fiscalizadas por ley", esgrime.
La legisladora neuquina admite que en el Congreso "la oposición ha roto los códigos de convivencia". Es una de las que le muestra tarjeta roja hacia Cobos por "no estar consustanciado con el proyecto" y ratifica el rumbo K: "Podremos cambiar las formas, no el fondo. Eso es innegociable", sostiene.
El debate sobre el sistema de previsión social agitará el parlamento en noviembre. El oficialismo apurará el trámite. Radicales, socialistas y seguidores del PRO pedirán tomarse las cosas con calma, sea para introducir modificaciones que, en principio, los Kirchner resisten con su consabida tozudez, o para rechazar de plano la iniciativa.
La vuelta al Estado de todas la jubilaciones, bajo el declamado fin de garantizar los aportes, impactó negativamente en el mercado local y afectó también a bancos y empresas de España, ante cuyos funcionarios debió llevar tranquilidad el ministro de Planificación, Julio de Vido.
El titular de la UCR, el senador Gerardo Morales, definió como "mamarracho" el proyecto del Ejecutivo defendido por el titular de la Anses, Amado Boudou, un hombre joven que estudio y dio cátedra en el CEMA, la universidad más ortodoxa de la Argentina.
Algunos presagian que las discusiones tanto en Diputados como en Senadores tendrán la virulencia de la 125.
Por eso, los Kirchner, que son testarudos pero no ciegos, aceptaron ir haciendo algunas concesiones en la cámara baja: podrían ceder la presidencia de la comisión bicameral que fiscalizará el control de los cuantiosos fondos a un radical y darle una especificidad a los recursos de los más ancianos.
Es que algunas figuras, es el caso del diputado por Santa Fe, Jorge Obeid, avisaron que esos dineros no pueden ser utilizados para gastos corrientes y pago de la deuda externa.
En el Senado, en cambio, volverá a repetirse la fórmula de matar o morir ya practicada en las idas y vueltas por las retenciones móviles a las exportaciones de soja y girasol.
En la disyuntiva de sistema estatal (reparto solidario) o privado (capitalización) hay contradicciones evidentes.
Hace 14 años cuando se crearon las AFJP, por ejemplo, trabajaron con ahínco organizaciones sindicales asociadas a sectores financieros.
Hoy, esas mismas entidades aplauden el pisoteo que el kirchnerismo hace de esa bandera menemista.
Una de las exigencias de los detractores es incorporar el concepto de intangibilidad. "Se cuidarán los aportes de los trabajadores, pero no se guardarán en una caja de zapatos para que no pierdan valor", anticipó Juan Carlos Díaz Roig (FpV), titular de la Comisión de Previsión de Diputados.
La divisoria de aguas será profunda, porque los legisladores K predicarán el "vivir con lo nuestro" del economista Aldo Ferrer. "En un escenario sin liquidez hay que autofinanciarse y asegurar el superávit fiscal", admitió uno de los custodios de la caja K.
Voceros del jefe de la bancada de diputados justicialistas, Agustín Rossi, anticiparon a "Río Negro" que el kirchnerismo "sólo está dispuesto a escuchar a los que quieren mejorar un proyecto que no tiene vuelta atrás".
Rossi será la cara flexible. Pichetto, la intransigente: el sistema democrático -dirá- funciona con mayorías y minorías. Y así se gana o se pierde.
Alguien definió al orador como un conductor de almas hacia el "ideal". Se supone que quienes hablarán en el recinto tratarán de imponerse a sus oponentes con argumentos convincentes.
¿Se fijarán una meta ideal de país? ¿O se limitarán a tironear el péndulo de un extremo al otro, sin mudar las causas profundas de tanta decadencia e irritación nacional?
ARNALDO PAGANETTI
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