Se fue un amigo, se fue un maestro, se fue un ejemplo.
Se ha despedido Mel Krieger, que tanta huella dejó en nuestra provincia y en nuestro país, así como en muchísimos otros. Mostró con dedicación, con amor y con pasión, sobre todas las cosas, que la pesca se trata de algo más que revolear un hilo como muchos otros piensan. Pescar es un modo de vida y eso se traslada a todos los aspectos.
En los 40 años que nos frecuentó escuchó, aprendió, conoció y trajo un concepto corto pero con gran contenido: "Pesca y devolución", algo que trae de la mano la "conservación y el respeto", nada más ni nada menos. Nos enseñó que, cuando liberamos una trucha, con el coletazo de la liberación nos da taquicardia y emoción, que una trucha vale más en el río que en un plato, que la pesca se disfruta desde que comenzás a pensar en ella. No somos especiales los pescadores con mosca sino que tenemos nuestros sentidos más alertas para sentir el aire deslizarse por nuestras caras, los oídos para escuchar la música que trae el río, el pulso para sentir el beso a nuestras moscas y el vino para compartir con un desconocido... que a la vez es amigo, porque sus sentidos se han desarrollado como los míos... por eso es amigo, porque me entiende.
Mel nos dejó un gran legado, dejó su huella en nuestra Patagonia. Sólo los grandes pueden hacer eso. Fue hombre sencillo y dedicado para quienes tuvimos la suerte de conocerlo al menos un instante en su vida. Espero que no olvidemos el legado.
A mí personalmente me daba la sensación de fragilidad al andar, pero cuando la caña era tomada por sus manos automáticamente su alma se revelaba y era joven y fuerte de nuevo. ¡Ése era Mel!
Los ríos van a extrañar a su gran amigo y con lágrimas en los ojos te digo humildemente que yo también. Que te esperen maravillosas correderas donde sea que estés.
Laura Paola Sánchez, DNI 24.082.624 - Neuquén