SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- El joven acusado por el homicidio a puñaladas de Julio César Hernández declaró ayer en la primera audiencia de debate y trató de justificar su conducta en una agresión previa por parte de la víctima.
Julio Daniel Oyarzo mató de 25 puñaladas a Hernández, y la autoría del hecho ya no está en discusión, tanto por la confesión que prestó en forma espontánea como por las pruebas y testimonios que lo incriminan. Lo que sí se discute, y esa cuestión apuntan a esclarecer los jueces y las partes, es si la pequeña herida que presentaba Oyarzo en su dedo meñique obedeció a una agresión de Hernández, quien según una testigo conservaba su cuchillo asegurado en su espalda después de muerto. Un informe bioquímico confirmó la ausencia de sangre en el arma.
La sospecha esbozada al respecto por el juez Martín Lozada al dictar el procesamiento de Oyarzo apuntó a la existencia de más de un agresor, y la utilización de un arma similar, o a que Oyarzo continuó con su ataque cuando la víctima pugnaba por retirarse de la escena. Eso estaría probado porque entre las lesiones que sufrió Hernández, hay en su espalda dos letales, que ingresaron a la cavidad toráxica y al pulmón derecho de la víctima.
El hecho ocurrió en la madrugada del 7 de junio de 2008 en una vivienda del barrio Nahuel Hué, en horario no determinado y el marco de una reunión donde tanto los protagonistas como los demás asistentes, entre ellos una jovencita, se dedicaron a escuchar música, bailar y consumir bebidas alcohólicas, hasta quedar dormidos en la casa.
Oyarzo declaró que lo había invitado a la reunión Jaime, un hermano de Hernández, y que Julio César le recriminó que llegara sin haber pasado antes por su casa, dado que fue él quien lo introdujo como amigo al grupo familiar. Hernández le habría dicho que él era quien mandaba en el barrio, porque había estado en la alcaidía, y que si era su deseo lo degollaría y lo enterraría en un pozo.
Agregó que la víctima extrajo un cuchillo y le tiró un puntazo, y que luego de sujetarle la mano extrajo su propio cuchillo, se le nubló la mente a partir de ese momento, y por eso no recuerda otra cosa. Sí recordó haber arrojado en la Barda del Ñireco su pantalón con sangre de la víctima antes de dirigirse a la Terminal, y haberse fugado con dirección a El Bolsón, para hablar con su padre, según declaró.
A Oyarzo lo comprometieron algunos testimonios y que su mochila con el arma homicida fue hallada en el micro de la empresa Vía Bariloche, que utilizó después del hecho para trasladarse hasta El Bolsón.
Ayer declararon todos los asistentes a la reunión, donde hubo otras escaramuzas, pero ninguno aportó datos contundentes. Los alegatos se presentarán el próximo 6 de noviembre.