CAROLINA STEGMAN
Las parejas con problemas para concebir tienen delante de sí un universo de interrogantes. Los primeros hieren la autoestima y se vinculan estrechamente con ideas que asignan fácticamente al varón el lugar de “macho reproductor”, y es este el lugar desde donde, cuando los resultados no son los esperados, llegan ellos a la pregunta incómoda: “¿seré fértil?”
Las parejas con problemas para concebir tienen delante de sí un universo de interrogantes. Los primeros hieren la autoestima y se vinculan estrechamente con ideas que asignan fácticamente al varón el lugar de “macho reproductor”, y es este el lugar desde donde, cuando los resultados no son los esperados, llegan ellos a la pregunta incómoda: “¿seré fértil?”En los espermatozoides se reconocen varias partes: la cabeza, la pieza intermedia y la cola. En la cabeza se encuentra un área conocida como acrosoma, que le ayuda a pegarse al óvulo, liberar unas sustancias ácidas y, de esta manera, permitir su ingreso hacia el interior del ovocito para fertilizarlo.
Toda la información genética del varón se encuentra dentro de esta cabeza.
Cuando se recurre a técnicas de fertilización asistida, como la inyección in vitro del espermatozoide en el óvulo (ICSI) se realiza previamente un espermograma para evaluar justamente el estado de los spermatozoides. “Es un análisis basado en la evaluación macroscópica y microscópica de los spermatozoides presentes en el semen del varón y sus condiciones para lograr la concepción”, explica el doctor César Augusto Sánchez Sarmiento, especialista en fertilidad y director regional para Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos de la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (SAMER).
La evaluación macroscópica, explica, permite determinar el volumen de semen, su aspecto, la viscosidad y la acidez; el análisis microscópico está enfocado a las características de los espermatozoides: la concentración, la movilidad, la viabilidad y su forma.
También se realiza un análisis bioquímico.
La cabeza de Goliat
Pero el núcleo del espermatozoide, que contiene toda la carga genética, puede tener defectos también.
Uno de los más frecuentes son una serie de alteraciones genéticas que se observan en hombres que tienen muy disminuido el número total de espermatozoides, o que directamente no tienen: las microdeleciones del cromosoma, presentes en un 20% de estos pacientes, las aneuploidias, que en los hombres infértiles varia entre un 2 y 14% y la fragmentación delADN.
Hoy se sabe que el daño al ADN podría ser subsanado por el óvulo luego de la fertilización, situación que dependerá de la calidad citoplasmática y genética de este y del nivel de daño en las cadenas de ADN del espermatozoide que haya fecundado el ovocito.
Pero esta capacidad de reparación disminuye con el tiempo, y la fragmentación del ADN en los espermatozoides aumenta con la edad, por lo cual es frecuente observar una disminución de la capacidad reproductiva luego de los 35 años.
En las ediciones de 2006 y 2007 de la publicación Fertility & Sterility se constatan métodos para identificar el porcentaje de espermatozoides con ADN fragmentado de una muestra de semen. De esta forma, cuando se utiliza la técnica ICSI se puede seleccionar los espermatozoides con material genético íntegro.
¿De qué forma? imitando la capacidad natural que tiene la zona pellucida (capa exterior del óvulo) para “elegir” los espermatozoides más aptos, pero en este caso mediante una técnica de laboratorio llamada PICSI.
Esta consiste en utilizar una placa de ácido hialurónico, que cumpliría una función similar a la del material de la zona pellúcida: hay suficiente evidencia de que los espermatozoides que quedan adheridos a esta placa tendrían mayor aptitud reproductiva que los que no quedan.
El “golpe a la autoestima” “Hay defectos que pueden considerarse hereditarios, como las aneuploidias, las microdeleciones del Y y los defectos de causa genética”, relata el médico.
Se estima que un 60% de los hombres con infertilidad por causa desconocida, ésta tiene una base genética.
Hay hombres que pueden tener todos sus espermatozoides sin potencial para fecundar. Esto sucede en algunas alteraciones genéticas o cuando su morfología está muy alterada y no se encuentra ningún espermatozoide de forma normal, o cuando su movilidad es nula”, sostiene el especialista.
También hay pacientes sin espermatozoides
en la eyaculación,
pero que si los tienen en los testículos.
“Lo que sucede es que los
conductos necesarios para que
salgan al exterior están obstruidos
(azoospermia obstructiva).
Y hay pacientes que por alguna
alteración testicular muy
importante directamente no los
producen (azoospermia secretora)”,
explica Sánchez Sarmiento.
Cuando esto ocurre, la sensación
de frustración suele ser muy
grande, así como el golpe a la autoestima
varonil: “Los hombres
somos socialmente educados en
que debemos ‘ser machos’ para
todo, y la sola insinuación de que
el potencial de fertilidad está disminuido
nos golpea en lo más
profundo”.
Otras posibles soluciones
Realizando una biopsia testicular
se sabrá si hay espermatozoides
en los testículos: sólo con
algunos puede bastar para realizar
un tratamiento de fertilización
in vitro con ICSI e implantarlo
en el útero a través de la
vagina. Usar semen de un donante
permite un tratamiento
menos complejo, como la inseminación
intrauterina, que consiste
en colocar semen dentro del
útero, a través de la vagina momentos
antes de que se produzca
la ovulación, indican.