SIERRA GRANDE (ASG).- Los eternos problemas que padece derivaron en la declaración de emergencia sanitaria para el hospital "Dr. Osvaldo Pablo Bianchi" de Sierra Grande.

Esa decisión surgió del Consejo Local de Salud, que integran varios sectores de la comunidad, ante los múltiples problemas edilicios, de personal e insumos que tiene la institución.

El enfermero Alejandro Cayunao es el representante de los trabajadores en el Consejo de Salud. Su presentación fue legitimada por sus pares y no dudó en ser parte de la convocatoria junto a representantes de los gremios de ATE y UPCN. Ayer enumeró la gravedad del caso: "En el hospital faltan médicos, las cloacas están colapsadas, hay problemas en el parque automotor, la situación de lavandería y quirófano es grave y pasaron muchos directores y nunca hicieron nada".

Los agentes también pidieron que se respeten los currículum y que no ingrese mas personal "a dedo". Les preocupa que muchos casos algunos trabajadores usen el hospital de Sierra Grande como trampolín, para irse con cargos a Viedma.

En la última reunión del CLS estuvo hasta el intendente, Nelson Iribarren, quien se comprometió a ayudar con recursos del Estado municipal y con la presencia de funcionarios provinciales.

Y efectivamente las primeras señales aparecieron cuando ayer Iribarren aprovechó la presencia en la ciudad del ministro de Gobierno, José Luis Rodríguez y el legislador Adrián Casadei - que llegaron para participar del acto aniversario de la ciudad -, para recorrer el hospital.

Varias veces el ministro repitió que a su entender el hospital está muy bien, en cuanto a lo edilicio. Claro, se refería a la monumental fachada que tiene el edificio que fue construido en los ´70 y es anhelo de cualquier hospital público.

Luego de transitar con los trabajadores, jefes de sectores, la directora le llevó a Rodríguez una lista de reclamos, pedidos y urgencias para la ministra de Salud, Cristina Uría, que nunca estuvo en el hospital desde que asumió.

Rodríguez también se llevó el reclamo del sector de lavandería que padecen hace años la falta de otro lavarropas industrial que ayude a descomprimir la situación, especialmente cuando de quitar la sangre de las sábanas se trata, porque deben hacerlo a mano y sin medidas de bioseguridad, según explicaron a este medio María José Corominas de ATE y María Cruz, jefa del sector.

Para sorpresa de las trabajadoras del sector, media hora antes de la llegada del ministro, fue instalado en tiempo record el lavarropas de uso familiar que hace casi dos meses esperaba ser habilitado.