NEUQUEN (AN/ACE).- La abogada querellante por la APDH, Nerea Monte, aseguró ayer que el juicio a los militares demostró que sigue sin romperse el pacto de silencio sobre la responsabilidad de los delitos cometidos durante la última dictadura militar. "Dicen algo, pero callan mucho", opinó.
"Hemos visto cuanto callan, sigue el pacto de silencio, siguen mintiendo y negando; es evidente la reticencia en los suboficiales que pertenecieron al Ejército en 1976-1977", analizó.
La abogada dijo que en función a las declaraciones que se escucharon esta semana, hasta los sectores de menor rango en el Ejército no declaran detalles que podrían incriminar seriamente a los jefes militares enjuiciados. "Yo creo que hay miedo, más allá del corporativismo, no sólo hay miedo de involucrarse o comprometerse, sino miedo a lo que les pueda suceder, porque esto del terror funcionó para la sociedad civil, pero también para ellos", dijo.
Los suboficiales declararon en el juicio que existía en los fondos del batallón un lugar que los militares llamaban Lugar de Reunión de Detenidos (LRD) a donde les estaba vedado el paso, que a ese lugar llevaban comida para los supuestos subversivos desde la cocina del Batallón y para los suboficiales, se les proveía del casino de suboficiales.
Algunos de ellos aseguraron que el lugar era operado por militares del área de inteligencia que iban sin ropa militar y que se manejaban en autos que llegaban al lugar por una calle lateral del Batallón, hubo quienes aseguraron haber visto detenidos atados de pies y manos y con los ojos cubiertos, e inclusive alguno de los retirados afirmaron que los guardias del lugar eran suboficiales de otras unidades.
En una evaluación de los testimonios brindados por los militares que asistieron como testigos, Monte insistió en que "es evidente la reticencia; dicen algo, pero callan mucho".
Analizó que "si lo poco que dicen, nos ayuda a armar el rompecabezas" sobre la situación en el Batallón, el Comando y el departamento de Inteligencia en 1976 y su relación con el centro clandestino "La Escuelita"; por lo que "de no existir esta reticencia podríamos tener muchos más datos".
La abogada planteó que "personalmente confieso que me hubiera gustado que alguno rompiera el pacto de silencio; pero esto está fuera de la realidad, es una expectativa y una expresión de deseo: hasta aquí consideramos que todos los testimonios han demostrado la existencia de la Escuelita, y lo que niegan los militares es la función que tenía".