San Antonio Oeste (ASA)- María Cristina mira sus plantas y se pregunta cómo, tan cerca de una fuente de contaminación que le dijeron que es tan mala, pueden reverdecer ajenas a todo. Sus ojos cambian de rumbo. "Hasta ahora no tuvieron nada" dice, aludiendo a sus hijos, que llegan levantando una nube de tierra.
Con su nieto es distinto, porque "el plomo en la sangre le dio alto" y su hija tiene miedo. "Ella quiere irse", cuenta, mientras muestra papeles y menciona los pasos del derrotero iniciado.
María posee un pequeño criadero de chanchos y algunas gallinas, a escasa distancia de la escombrera de metales pesados abandonada por ´Geotécnica´.
Su casa es la más cercana a la fuente de contaminación, y en ella reside junto a su esposo y sus cuatro hijos. Los más chicos tienen 7 y 4 años, en tanto que Fabiana, de 21, es madre de un niño de 4 y Baltasar vive en pareja junto a su bebé de 18 meses. Fabiana ocupa junto al matrimonio la vivienda central, y su hermano habita una casa lindera, en construcción. Tiempo atrás cuando el Ministerio de Salud y Ambiente de la Nación se hizo eco de la situación local y comenzó el relevamiento previo al anuncio de la remediación de las pilas, esta familia fue declarada en situación de riesgo, y se le encomendó al municipio su inmediato traslado a otro sector, alejado de los contaminantes.
Luego, cuando en 2005 se realizó una medición de plomo en sangre sobre una muestra poblacional representativa de 195 niños de 6 a 8 años, el pequeño de Fabiana fue evaluado, registrando los índices de plombemia más altos entre los detectados, ya que su registro fue de 27.8 mg/dl (microgramos en decilitros de sangre) cuando según los parámetros de la Organización Mundial de la Salud la presencia de plomo en la sangre no debe superar los 10 mg/dl para ser aceptable.
"En ese momento lo vimos a Adrián Casadei, el intendente anterior, y aunque mi marido no quería dejar todo esto aceptaba mudarse si le conseguían un terreno igual, con plantas y lugar para los chanchos, y aunque nos prometieron ocuparse, todo quedó en la nada" contó María.
Su hija, sin embargo, siempre quiso irse porque "ella está preocupada por el nene, pero el sueldo que gana es poco como para alquilar".
Desde que conocieron los resultados del examen de plombemia el niño recibe controles cada seis meses "vamos nosotros, pero nadie del hospital viene a buscarnos, y desde esa vez que vinieron los de Nación nadie nos explicó nada más de lo del plomo" contó la mujer.
El 28 de abril de este año a Fabiana el Deliberante le adjudicó en forma directa un lote social por el que debe pagar cuotas mensuales de $70.
"La plata no le alcanza para las cuotas, y menos para pensar en construir, así que tiene que seguir acá" contó resignada María. Agregó que "hablamos de este problema con los concejales y con el doctor Fernando Alonso, que está en políticas sociales (ver aparte), pero sólo conseguimos que apuraran la entrega de este terreno que mi hija ya había tramitado antes en el municipio, presentando la solicitud como todos".