NEUQUEN (AN/ACE) - Un tanto sorpresivamente el caso de Alicia Pifarré, la joven desaparecida tras los primeros meses del golpe de estado del 76 junto a otras personas de la zona, algunas de la cuales como la propia Pifarré aún siguen sin aparecer, saltó al centro del debate del juicio a ocho militares del destacamento de Inteligencia del Ejército que se desarrolla en esta ciudad. "Cuando Alicia fue detenida le dije a su padre que podía habérsela llevado la Marina. Alicia recibía encomiendas desde Bahía Blanca en un quiosco, una caja se rompió y tenía revistas" de contenido subversivo, dijo en una audiencia de la semana pasada Ramón Florenza, un agente civil de inteligencia jubilado.
Florenza declaró como testigo y reveló datos llamativos -otros curiosos, como que por algún tiempo figuró en la planillas con otro nombre para poder cobrar doble sueldo, violando las normativas-, porque aún cuando el caso de Pifarré no se ventila en este juicio, permitió conocer cómo los espías del Ejército conocían las actividades de personas que fueron desaparecidas.
El testigo dijo que su función era, en la época de los hechos que se investigan -lo ocurrido en "La Escuelita" en el 76-77-, relevar información de la prensa de Chile, a raíz del conflicto limítrofe con el vecino país. Y que no sabía ni se interesó por las actividades de otros sectores de Inteligencia, puntualmente respecto de la lucha antisubersiva.
No obstante los fiscales y defensores le preguntaron sobre el caso Pifarré y relató que cuando allanaron la casa de la joven "qué casualidad, debajo de la cama sacaron una caja con revistas y su hijo (el hijo del señor Pifarré, padre de la joven), dijo que eran ´El Combatiente´ ?, del ERP, de Montoneros, o de ese tipo?".
Aañadió que "en función de eso le dije al señor Pifarré que averiguar de dónde venía ese paquete. Ese envío de material subversivo lo venían siguiendo".
-¿Cómo lo supo usted? -le preguntó el fiscal Marcelo Grosso.
-Por un amigo mío, ya fallecido, cliente de ese quiosco, (lo supo) porque se lo comentaron. Después até cabos.
Como también le había sugerido al padre de Pifarré que la desaparición de Alicia pudo ser un autosecuestro, le preguntaron en qué se basaba para suponer tal cosa.
"Sucede, se ve hasta en las películas, que cuando alguien se siente perseguido se hace un autosecuestro? O la misma organización -a la que pertenece esa presunta víctima- lo hace desaparecer".
-¿Cree que Alicia era delincuente?
-No. Nunca más la ví después de su secuestro.
Recordó, sí, que unos días antes de su desaparición la vio esperando el colectivo y dialogó brevemente con ella, ya que eran vecinos. También que la joven, por sus actividades culturales estuvo en Cuba, Perú y luego de ese viaje estuvo en su casa.
"Tuvo expresiones, muy común de esa gente, de decir ¡esos gringos! Lo decía despectivamente? Dije: esta chica se está pasando para...".
-¿Cree que fue un autosecuestro?
-Hoy por hoy no? Yo pensé que había sido.
La querellante Nerea Monte le preguntó si supo que a Pifarré la hayan secuestraron por las revistas, a lo que dijo que no sabía, pero dio a entender que creía que la joven era la distribuidora de las mismas.
El querellante Gustavo Olivera pidió al Tribunal que detuviera a Florenza por el caso Pifarré por los otros 88 que se están investigando, pero no le hicieron lugar al planteo.
Gerente del Casino
El testigo Hugo Monsálvez, que prestó servicio en el Destacamento de Inteligencia en etapa de soldado, dijo que entre quienes iban a las oficinas del edificio de Irigoyen y Sargento Cabral vio reiteradas veces al "gerente del Casino, Jorge Cruz".
En esa época el Casino era administrado por el gobierno provincial. Añadió que cuando Cruz llegaba a Inteligencia "nosotros le abríamos la puerta, llegaba y subía -a un piso superior-".