NEUQUÉN (AN).- El tiempo pasa y a su paso va dejando rastros; canas en el pelo, líneas en el rostro y siempre o casi siempre, algunos kilos de más. Pero también deja un capital inalterable, eso que nadie quiere modificar. Experiencia ganada, buenos momentos y nuevas oportunidades de volver a intentar.
El tiempo también pasó para Dyango, quien el viernes por la noche se presentó en el Espacio Ruca Che. Le dejó algunas canas, algunos surcos en la expresión y kilos que hace veinte años no tenía, pero le dio a cambio la vigencia de su voz y la capacidad de revivir el romanticismo a pesar de los años que suman años.
Alguien dijo por ahí que él es "un romántico incorregible" y habrá que creerle porque el show que presentó en la ciudad así lo confirma.
No hubo que esperar sorpresas, acostumbrado al contacto intimista del "nightclub", lugar en el que hizo sus primeros pasos, Dyango se desplazó cómodo sobre el escenario de impecable traje negro, entonando aquellas viejas canciones de amores encontrados, perdidos o reconquistados, dolores pasados y la nostalgia de que aquella primera vez que fue o nunca llegó.
Aunque también se permitió entonar un bolero y por supuesto, "yo que soy tanguero por los cuatro costados", algún que otro tango.
Sus tres décadas de carrera y las seis de vida no le dejaron fisuras en la voz ni le restaron intensidad a sus ya clásicos agudos rasposos. Hacía más de veinte años que el cantante español no pisaba suelo neuquino y su regreso fue para su público como detener el tiempo en "Corazón mágico", "A dónde irás", "Esta noche quiero brandy" y "Amor de tango".
Vino a presentar su último trabajo discográfico, el número 49, "A ti", una placa que registra canciones que fueron un referente de la balada romántica de los ´60 y ´70. Esta vez, Dyango las ofreció a su gente, disfrazadas en nuevas versiones, aggiornando el concepto de balada y hasta algunas con fuerte tintes de jazz, un género que a este artista lo seduce de pies a cabeza.
No estuvo mal, pero cuando el oído se acostumbra a que un clásico suene de una manera, es muy difícil aceptar un cambio de ritmo o una combinación estética de sonidos diferentes.
El show comenzó de esta manera, luego siguieron los tangos, y todo fluyó naturalmente desde el escenario hacia la platea y viceversa.
Al promediar el recital se produjo un cambio de rumbo; era tiempo de que comenzara la cita a la cual habían asistido esas casi tres mil personas. Era tiempo del amor, del romance y los abrazos a media luz. Y todo se transformó.
El hombre que mejor le canta a las mujeres desplegó sus dotes y dejó rodar en el aire temas como "A usted señora" y "A ti, dos canciones que las mujeres de la platea aplaudieron de pie y gastaron sus gargantas al grito de "bombón", "te quiero".
Una hora y media más de transitar por esas historias que ya son tan de Dyango como su nombre, mientras las parejas en sus butacas comenzaban a apoyar las cabezas en el hombre del compañero o a buscar el abrazo que contuviera la emoción.
El artista catalán no dejó ninguna canción afuera, incluso los bises fueron cuidadosamente elegidos en función del efecto que se había buscado durante el show, la intimidad total. La noche terminó y quedó teñida de romance.