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Solo y desamparado | ||
El gran filósofo del café, el porteño de los mil barrios, el hombre del faso y el vaso de whisky que se la sabía lunga, gracias a la Universidad de la calle y a que conocía como nadie eso de los "códigos", dio su adiós casi solo, burlado por la prensa que antes bendecía ese estilo, abandonado por los jugadores y cerca de convertirse en una figura de risa para los aficionados. Tal vez esa postura más relajada en la conferencia de prensa posChile fue el primer indicio. No sólo no se enojó si alguien le elogiaba a Bielsa ("vos sos contra mio", decía antes), sino que alabó él mismo al ahora entrenador de Chile. Aceptó sin peros la superioridad del rival y esta vez no hubo excusas ("a llorar a la iglesia", fue la frase elegida). Los jugadores, que sí habían respondido en el estadio de River ante Uruguay, sin jugar bien, pero sí poniendo actitud, en Santiago no tuvieron ni fútbol ni temple. No es que hayan ido a menos (no se concibe una postura así para un profesional que viste la camiseta argentina y juega un boleto al Mundial). Pero sí que lo dejaron desnudo. Como que quedaron a la espera de que fuera él quien les dijera qué debían hacer ante el vendaval chileno. Para peor, faltó esa noche su jugador líder, su as de espadas. Pero ahí fue otra vez el propio Basile el que empujó todo. No se pedían en él sofisticaciones tácticas. Ya se sabía de qué madera estaba hecho el hombre. Pero tampoco tanta improvisación. ¿No resultó acaso patética esa confesión de Riquelme en el vestuario tras la victoria ante Uruguay de que nadie le había dicho que estaba al límite de las amonestaciones y que la nueva amarilla que había recibido esa tarde lo dejaba afuera del partido ante Chile? Sin Román, Argentina fue más huérfana que nunca en Santiago. Para peor, al despertarse al día siguiente, Basile habrá visto de qué modo en algunos canales se burlaban de él. De esas cábalas sobre cómo había que sentarse en el banco de suplentes antes de que empezara el partido. Que Fillol acá, Madero por allá. Siempre las hizo. Pero ahora, ante la derrota, pasaron a ser objeto de burla. También tuvo esas cábalas, y a límites aún más ridículos, Carlos Bilardo, el hombre que sólo horas después de la derrota en Santiago ya estaba autopostulándose, mientras aparecían afiches en el microcentro porteño con la inscripción "Volvé Bilardo". Pero sigamos con Basile. El porteño piola que se las sabía todas apareció el jueves como un hazmerreír de cualquier programa de TV. El golpe de nocaut llegó apenas unas horas después. "No sabíamos a qué jugábamos", dijo Lionel Messi en Ezeiza, antes de volver a España. Messi, que había perdido su gran oportunidad de demostrar que él sí podía liderar la reacción, sin la sombra pesada de Riquelme a su lado, fue en rigor la gran decepción de Santiago. No le faltó tibieza sin embargo en Ezeiza ante los micrófonos. Esa frase, que casi ni siquiera terminó ante las preguntas de los periodistas que se pisaban unos a otros con sus preguntas, terminó siendo la favorita de los medios. Tal vez no la lanzó para matar a Basile, pero la prensa la eligió para todos sus encabezados: "no sabíamos a qué jugábamos". En su intimidad, Basile habrá recurrido a su inglés de café para tomar su decisión: "too much" (demasiado). Y sí, fue demasiado. El problema en estas horas lo tiene Grondona. Bielsa se le fue avisándole apenas un par de horas antes. Pekerman, aún peor, renunció directamente ante la prensa. Y ahora se le va Basile. También a "Don Julio", como le gusta que lo llamen, se le está acabando esa "muñeca" del "todo pasa". | ||
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