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Los (primeros) días felices de Bielsa en Chile | ||
Marcelo Bielsa no tiene casa en Chile, tampoco una familia que lo acompañe en el día a día. Vive en unas piezas ubicadas al interior de "Juan Pinto Durán", el centro de entrenamientos de la selección chilena de fútbol, en medio de un barrio de clase media y baja, ubicado al sureste de Santiago. Una zona aledaña por igual a barrios dominados por narcotraficantes y centros universitarios, que de tanto en tanto estallan en protestas por mejoras educacionales. Pero, quizás el Loco Bielsa no sepa aquello, pues casi toda su vida gira en torno a las canchas, videos y planificaciones que lo obsesionan. Sólo algunas veces camina hasta las ferias que se instalan en las cercanías y compra verduras y frutas para combatir los kilos de más que lo persiguen desde su llegada a Chile, donde resiste los postres que le ofrecen y engordan en Juan Pinto Durán. En otras ocasiones, cruza la avenida Macul y habla con niños. Los más privilegiados reciben un autógrafo y una visita guiada por el lugar de concentración de los chilenos. Pero pese a su ostracismo, que interrumpe a veces para visitar a su familia en su natal Rosario, Bielsa logró el cariño del chileno, inhabituado a tener equipos ofensivos como los que él pregona. Pero Bielsa, consciente de que el fracaso está en cualquier esquina, en especial tras su magro pasado mundialista con Argentina, advirtió que en el fútbol "no es aconsejable proyectar", tras las cuentas alegres que generó la victoria sobre la albiceleste. Por ello seguirá trabajando con sus dirigidos a los que tiene convencidos que pueden atacar de igual a igual a Brasil o Argentina, algo que costó cien años al fútbol chileno. | ||
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