En principio, es muy positivo que el ex presidente Néstor Kirchner haya dado a entender que le encantaría ocupar una banca en Diputados. En teoría por lo menos, la presencia en la cámara baja de quien durante años dominó la política nacional debería contribuir a darle más relieve. Con todo, por tratarse de un personaje que es notorio por su escasa tolerancia con quienes se animan a criticarlo, no es fácil imaginarlo desempeñando un papel para el cual tal característica lo descalificaría. Asimismo, por su condición de marido de la presidenta actual y -si bien de manera informal- hombre fuerte de su gobierno, Kirchner sabe que tendría que triunfar por un margen muy amplio en el distrito elegido, la provincia de Buenos Aires, en las elecciones del año que viene porque de lo contrario Cristina Fernández de Kirchner sufriría un golpe demoledor que reduciría sustancialmente sus posibilidades de mantenerse en la Casa Rosada hasta fines del 2011. A Néstor Kirchner le gusta jugar a todo o nada -ya lo hizo cuando en el día siguiente al voto no positivo del vicepresidente Julio Cobos en el Senado amagó con regresar, acompañado por Cristina, a Santa Cruz, dejando el gobierno en manos del "traidor"- pero no le convendría apostar demasiado a la hipotética lealtad de los bonaerenses.
Aún es temprano para intentar pronosticar los resultados de las elecciones legislativas próximas, pero a menos que para asombro de todos el país pronto experimente una sensación de prosperidad creciente, al oficialismo le costará conseguir los votos necesarios para que su candidato emblemático pueda celebrar un triunfo. Según las encuestas más recientes, se ha desplomado la popularidad tanto de Cristina como de su cónyuge en el conurbano bonaerense, la zona en que antes del conflicto con el campo disfrutaron de índices de aprobación muy elevados. De agravarse la situación económica, el electorado podría aprovechar la oportunidad para castigar al gobierno y, desde luego, a Kirchner por considerarlo el gran responsable de sus penurias. En tal caso, su intento de probar que a pesar de los reveses de los meses últimos sigue siendo el dirigente nacional más admirado resultaría ser un fiasco.
Entre los opositores, la decisión aparente de Kirchner de procurar rescatar al Frente para la Victoria asumiendo el rol de cabeza de lista electoral ha producido cierta extrañeza. Mientras que algunos la atribuyen a la presunta falta de alternativas prometedoras, otros dicen creer que lo que más le interesa son los fueros parlamentarios que podría necesitar para obstruir la investigación de las diversas irregularidades que supuestamente cometió como presidente y como ciudadano privado. Aunque es lógico que miembros de movimientos opositores hayan reaccionado con sorna ante una iniciativa de este tipo que aún no se ha formalizado, no se equivocan los que señalan que a los Kirchner siempre les ha resultado difícil encontrar candidatos convincentes dispuestos a defender un estilo de gobierno que es excesivamente personal, motivo por el que en la provincia de Buenos Aires el ahora ex presidente tuvo que postular a su mujer y al en aquel entonces vicepresidente Daniel Scioli para enfrentar elecciones que de otro modo pudieran haberle significado muchas dificultades.
En opinión del jefe de Gabinete, Sergio Massa, Kirchner sería un "candidatazo". Si así resultara, el gobierno de Cristina saldría fortalecido de la prueba que le espera, pero dadas las circunstancias se trata de un riesgo desaconsejable. Como aprendió otro ex presidente, Carlos Menem, que durante varios años logró seducir a una proporción impresionante de los votantes, cuando un dirigente pierde el aura de invencibilidad que una vez llevó es repudiado incluso por quienes antes lo tomaban por un caudillo milagrero. Que ello suceda con tanta frecuencia es sin duda muy ingrato para quienes se habían acostumbrado a ser adulados, pero mal que bien es normal en política. Todo hace pensar que Néstor Kirchner ya ha cumplido su ciclo y que, a pesar de que la mayoría quiera que Cristina logre terminar su mandato sin que el país se vea agitado por otra convulsión institucional, escasean los que creen que en adelante logrará protagonizar otro triunfo electoral como aquel que le permitió reemplazar a su marido en la Presidencia de la Nación.