Detrás de las bambalinas de la campaña electoral en Estados Unidos hay una dura lucha en torno de las interpretaciones y valoraciones de los hechos.
Un ejército de bien pagados asesores y maestros del trabajo público político busca imponer la visión de su sector en medios ávidos de carnaza política.
Los especialistas en la campaña electoral interpretan cada hecho y cada discurso a su modo. Su primer objetivo son los medios estadounidenses, cuyo seguimiento las 24 horas al día imprime una dinámica propia a la campaña electoral más larga y cara de la historia.
No parece raro que en la lucha por la Casa Blanca en ambos partidos se hayan impuesto los candidatos considerados los "favoritos" de los medios.
Barack Obama venció a su rival demócrata Hillary Clinton, cuyo equipo se quejó en múltiples ocasiones de la "luna de miel de los medios" con el senador negro. Y el héroe de guerra John McCain, respetado por su valor para contradecir a su partido, además de un político con humor y capacidad para reírse de sí mismo, siempre fue considerado un "protegido" de los medios.
En la mediatizada sociedad norteamericana, en la cual el ciudadano promedio usa los medios durante más de ocho horas diarias, los periodistas cumplen un papel clave: apelar, a pesar del moderno mundo de internet, con todas las nuevas posibilidades de partidos y candidatos, directamente a los seguidores e interesados.
Los "toreros" de la campaña electoral comienzan a faenar especialmente después de los debates de televisión de los candidatos.
Ahora ambas partes ofrecen su visión en cadenas como "CNN", "Fox News" y "MSNBC", que dedican más tiempo a despiezar el debate que a su transmisión. El estratega jefe de Obama, David Axelrod, por ejemplo, intenta disipar la impresión de muchos periodistas de que Obama fue "demasiado amable" en el primer debate televisivo. "Dejó en claro las diferencias y presentó claramente su postura", destaca Axelrod. Steve Schmidt, de la campaña McCain, en cambio, intentó usar las palabras de Obama para demostrar la victoria del republicano.
"El senador Obama tenía razón cuando dijo once veces que John McCain tenía razón", repite una y otra vez. Los asesores jefe de Obama y McCain saben que en el juicio del público no sólo influye lo que ocurre directamente en los debates, sino también las opiniones divulgadas en las horas posteriores, según han determinado especialistas en comunicación. El "giro" que se da a una frase o propuesta es frecuentemente decisivo.
La portavoz de prensa de Obama, Linda Douglass, nota horrorizada cómo los presentadores de televisión difundieron una y otra la interpretación de Schmidt, según el diario "The Washington Post".
Después de todo, la interpretación de Schmidt fue concluyente y comprobable, a pesar de no reflejar fielmente la sobria presentación de Obama: después de cada "el senador McCain tiene razón", llegaba siempre un "pero", tras el cual Obama detallaba las diferencias entre ambos. "Deberíamos dar menos importancia al giro, pero es importante porque puede cambiar la historia", admite la presentadora de "MSNBC" Andrea Mitchell. La queja sobre los "medios tendenciosos" es especialmente grande cuando la opinión condena a un candidato.
McCain criticó recientemente al "periodismo-del-te-atrapé" sólo porque su candidata a la vicepresidencia, Sarah Palin, hizo el ridículo en una entrevista de CBS por su ignorancia y declaraciones incomprensibles.
Incluso los comentaristas conservadores se llevaron las manos a la cabeza, pero para McCain la culpa fue de los medios.
Actualmente, los republicanos se quejan sobre todo por la cobertura unilateral de los medios estadounidenses. Uno de los más criticados es el diario "The New York Times", que fue calificado por McCain de "panfleto pro-Obama".
Lo cierto es que el prestigioso diario publicó hace medio año una historia bastante dudosa sobre un supuesto romance de McCain con una lobbista, sin mostrar pruebas.
Pero también es cierto que, cuando aún estaban vivos los procesos de primarias, el rotativo apoyó públicamente a Hillary Clinton por los demócratas y a McCain por los republicanos.
En cambio, los "medios liberales" ignoraron durante meses los indicios de la prensa amarilla sobre un romance extraconyugal del entonces precandidato presidencial demócrata John Edwards quien, como finalmente se supo, efectivamente había engañado a su familia y la opinión pública. Los medios son "el arma ni siquiera secreta de Obama", lamenta el neoconservador "Weekly Standard".
La histórica campaña electoral entre Obama y McCain es espectacular y muchas veces también se la pone en escena como un "show".
Ya sea con los "reyes de los giros" preparando para Obama un escenario digno de Hollywood en un estadio de fútbol americano o cuando en su dura competencia los canales de televisión convierten la campaña electoral en un festival de ataques en directo. Y con casi dos años completos de campaña y un público sediento de noticias electorales, los medios están exprimiendo cualquier posibilidad para llenar horas de pantalla.
Hace ya mucho tiempo que los hechos no son analizados sólo por periodistas, políticos y expertos.
Ahora hay psicólogos que interpretan gestos y lenguaje corporal, lingüistas que evalúan declaraciones e incluso los llamados "grupos de análisis" que juzgan cada secuencia de un debate. Porque igual que en un partido de fútbol al final no importa quién juegue mejor sino quién anote más goles, hace ya tiempo que en la campaña electoral no importa tanto lo que se dice sino cómo lo recibe el público.
De ahí la encarnizada batalla para interpretar la realidad.