ROCA (AR).- Las minuciosas y arduas tareas de exploración paleontológica en suelos de la región y sus resultados, no dejan de sorprender. Restos de un nuevo dinosaurio carnívoro que habitó en la Patagonia hace, nada más y nada menos, unos 90 millones de años, emergieron ante los ojos de paleontólogos y técnicos que integran una ambiciosa campaña organizada por el Museo Patagónico de Ciencias Naturales.
Desde los últimos días, el hallazgo ocurrido en la zona Este del río Limay, en suelo rionegrino, concentra toda la atención de un grupo de técnicos de la región e investigadores brasileños que integran la campaña como parte de un convenio realizado entre la Fundación que lleva las riendas del Museo y la Universidad de San Pablo, de Brasil.
Se trata de una especie carnívora que caminaba en dos patas y, si bien resta efectuar otras tareas de investigación y análisis, se estima que se trataría de un animal "de unos 8 metros" aproximadamente.
Los restos serán cuidadosamente trasladados para su análisis y luego formará parte del flamante Museo asentado en Roca.
El hallazgo salió a la luz en una formación geológica que viene siendo estudiada desde hace tiempo y pertenece al Cretácico Superior.
"Estamos trabajando en restos de un dinosaurio carnívoro de un tamaño importante. No podemos determinar todavía ni el espécimen ni la dimensión real, pero creemos que tiene un tamaño grande porque el fémur y varios restos que estamos viendo, hablan de un animal de unos 8 metros más o menos. Ahora queda terminar el trabajo en el campo, sacarlo y traerlo acá, para dejarlo en el museo", contó Pablo Chafrat, uno de los integrantes de la campaña.
El descubrimiento se dio en una zona que es conocida por un riquísimo patrimonio integrado por bosques petrificados y restos de herbívoros, mayormente. Según se explicó, se trata de la misma formación geológica donde se encontró, del lado neuquino, el famoso giganotosaurio.
"La verdad es que (el hallazgo) fue casualidad. Estábamos realizando un trabajo, organizamos una campaña en unos yacimientos nuevos y conociendo el lugar, y aparecieron los huesos. Y a medida que uno va trabajando sobre esos materiales se va descubriendo el resto, es fascinante", mencionó Chafrat.
La primera etapa del proceso es el trabajo en el campo, agregó, porque "es sumamente importante la información que brinda el lugar, la orientación de los huesos y demás. Todo es información para los estudios posteriores. Una vez que se toman esos datos de campo se hacen bochones de yeso y se trae todo ese material para que no se rompa, y se prepara para ser estudiado".
Luego de los trabajos científicos, todo el material recolectado va a quedar en manos del Museo y será puesto en exhibición.
Chafrat indicó que todo esto forma parte de una campaña multidisciplinaria, que contó con un importante apoyo de empresas locales, "que armamos en conjunto, entre gente del Museo y la Universidad de San Pablo, y en unos días se suma gente del Instituto Miguel Lisio de Tucumán para comprender bien la zona, porque no se pueden preservar cosas que no se conocen. Por eso se necesitan esos trabajos previos".