La volatilidad que presenta la paridad cambiaria es tal vez lo que genera más incertidumbre entre los ahorristas argentinos.
Están aquellos que apuestan a un dólar a 3,80 pesos para fin de año y 4,30 para marzo próximo, acompañando las exigencias de los industriales y parte importante del sector exportador.
Muchos economistas aseguran que, con una devaluación como la mencionada, el modelo económico se fortalecería:
* La oferta exportable argentina volvería a ganar en competitividad, manteniéndose el ingreso de divisas al país.
* Los ingresos fiscales -por retenciones a las exportaciones- crecerían en la misma proporción a esta depreciación.
* Como contrapartida, existiría una licuación sobre los gastos del Estado, especialmente aquellos que están atados en el presupuesto a las erogaciones corrientes.
No son pocos en el gobierno los que convalidan esta teoría, ya aplicada por el resto de los países latinoamericanos.
Pero existe otra corriente dentro de la administración K que es más cautelosa a la hora de utilizar la paridad cambiaria como herramienta para reactivar la economía. Para esta "ala ortodoxa" del gobierno -liderada por Martín Redrado- un dólar a 3,80 para fin de año ayudaría al programa económico en el corto plazo, pero lo complicaría seriamente en el mediano.
Una devaluación de este tipo podría desembocar en una compleja espiral inflacionaria difícil de controlar. (J.L.)