SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- Saberes ancestrales, consejos prácticos y muchas preguntas se entrecruzan en las ferias de semillas y plantines que congregan en la parroquia San Cayetano a numerosos entusiastas de la huerta familiar.
Ayer se realizó la segunda feria del año, con la organización del equipo de economía social del Centro de Articulación Territorial Nº 9, el Inta Bariloche y la parroquia de El Frutillar.
Una veintena de asistentes canjearon semillas con "éxito comprobado" de distintas variedades de lechuga, zanahoria, zapallo, berenjena, ají, tomate, papa y otros vegetales infaltables en ninguna cocina.
Los organizadores destacaron que en muchos casos las semillas y plantines se canjean y en otros directamente se "dan" sin contraprestación alguna, porque el espíritu de la feria es el intercambio y no la transacción económica.
Arturo Castagnetto, promotor comunitario del CAAT 9, explicó que las ferias nacieron hace tres años con el propósito de "difundir conocimiento".
Dijo que "hay mucha gente mayor que lleva 50 años haciendo huerta y también hay chicos que quieren empezar y vienen a buscar asesoramiento".
Los datos más valorados son los de "aquellas semillas que anduvieron bien" en determinado lugar y bajo ciertas condiciones, que otros feriantes procuran replicar en sus propios huertos.
El problema es que Bariloche y su zona circundante tiene muchos climas y suelos distintos, lo cual complica las referencias. De todos modos no faltan las proezas como la de un vecino de El Pilar que logra cosechar sandías (una especie que requiere varios meses libres de heladas) y hasta existe algo así como un "club del tomate", donde militan varios especialistas en un cultivo que ha sabido de numerosos fracasos en el hostil clima cordillerano.
Patricia Santos pasó ayer por la feria y se llevó semillas de lechuga, zanahoria, papa y trigo, con la intención de empezar una huerta en su nueva casa de El Frutillar igual a la que tenía -antes de mudarse- en lago Gutiérrez.
Dijo que cultivar los propios vegetales es "lo mejor", porque son más saludables que los obtenidos en la verdulería. Así lo confirmó uno de sus hijos, mientras recordaba que en el Gutiérrez "comía muchas cosas recién arrancadas y sin lavarlas", a salvo de cualquier intoxicación.