El rock suele hacer de las muertes de sus héroes grandes relatos que afirman su propia mitología. Y la muerte de Bon Scott no fue la excepción. Claro que los misterios no corrieron por cuenta del cantante, sino de su misterioso amigo de la adolescencia, Alistair Kinnear.
En la noche del 19 de febrero de 1980, quizá en la madrugada del 20, en la 67 Overhill Road, el sur de Londres, Bon fue encontrado muerto dentro de su auto, frente a su departamento, donde Kinnear lo había dejado y donde lo encontró 14 horas después en la misma posición, sólo que ya sin vida.
Inmediatamente, Kinnear y el cuerpo sin vida de Bon fueron al King´s College Hospital, donde los médicos dieron la versión oficial de la muerte del músico: se había ahogado en su vómito mientras dormía. Aún así, las teorías conspirativas aparecieron. Al fin y al cabo, se trataba de una estrella de rock.
Sobredosis de heroína y un asesinato fueron las sospechas más fuertes. Pero hubo una, la más inquietante: que el tal Alistair Kinnear nunca existió. Esta teoría es sostenida por el periodista australiano Clinton Walker autor del libro "Highway to Hell", una biografía de Bon Scott. "Nadie habló con el tal Alistair Kinnear, ni antes ni después de que encontrara el cuerpo de Bon", sostiene Walker, quien sospecha que Alisatair Kinnear es el seudónimo de alguna persona allegada a Scott que no quiso ser identificada. Y hay algo más, allegados al cantante dijeron saber de la muerte de Bon Scott, antes de que Kinnear lo reportara a la policía. ¿Cómo fue que se enteraron antes, entonces, si Kinnear supuestamente fue el primero en hallarlo muerto?