PARÍS (AFP) - Jean-Marie Gustave Le Clézio, laureado ayer con el Premio Nobel de Literatura 2008, es uno de los maestros de la literatura contemporánea en lengua francesa, y su prolífica obra es percibida como una crítica de la civilización urbana y del Occidente materialista.
Le Clézio asegura deber mucho a México y Panamá, donde vivió varios meses en 1970 cerca de los indios. "Esa experiencia cambió toda mi vida, mis ideas sobre el mundo del arte, mi manera de ser con los otros, de andar, de comer, de dormir, de amar y hasta de soñar", dijo una vez evocando esa época.
Gran viajero, novelista de la soledad y de la errancia, admirador de Stevenson y de Conrad, Le Clézio es un autor de referencia en Francia.
Al otorgarle el premio, la academia subrayó que se trata de un "escritor de la ruptura, la aventura poética y el éxtasis sensual" y un "explorador de la humanidad".
Alto, rubio, con aspecto de cowboy elegante, Le Clézio es un hombre púdico que habla de forma serena y segura. Ha recibido los apodos de "escritor nómada", "indio en la ciudad" o "panteísta magnífico", porque es un enamorado de la naturaleza, porque creó un universo imaginario en el que los mayas dialogan con los indígenas emberás de Colombia y los nómadas del sur de Marruecos con los esclavos escapados de las plantaciones mauricianas. Su obra refleja nostalgia de los mundos primitivos.
Hasta los años 80, Le Clézio tenía la imagen de escritor innovador y rebelde, alrededor de los temas de la locura y el lenguaje, pero luego escribió libros más serenos en los que la infancia, la preocupación por las minorías, la atracción de los viajes, pasaban al primer plano, lo que hizo que su público se ampliara.
Le Clézio nació el 13 de abril de 1940 en Niza, en una familia que había emigrado a la Isla Mauricio en el siglo XVIII. Respecto a él se habla de "metafísica ficción": en sus novelas, de escritura clásica y límpida, a veces falsamente simple, cuestiona los fundamentos de la literatura tradicional, sin limitarse a lo superficial. Su voluntad es "excavar lo más trágico, lo más auténtico, para encontrar el lenguaje desgarrante que provoca las emociones".
"Tengo el sentimiento de ser una cosa pequeña en este planeta, y la literatura me sirve para expresar eso. Si me atreviera a filosofar, se diría que soy un pobre rousseauista (adepto del filósofo francés Jean-Jacques Rousseau), que no ha comprendido nada", afirma, considerando que un novelista tiende naturalmente a escribir sobre su juventud, "en la que lo principal le fue dado".
Le Clézio entró en la carrera literaria por la puerta grande. A los 23 años, publicó su ópera prima, "El proceso verbal", que le aportó inmediatamente el éxito y el premio Renaudot, uno de los más prestigiosos de las letras francesas. Publicó después "La fiebre", "Terra amata", "La Guerra", "Desierto" (quizá su obra maestra), "Diario de un buscador de oro", "Onitsha", "Estrella errante", entre otros títulos. Su última obra publicada es "Ritournelle de la faim". Reside desde hace mucho tiempo, junto con su esposa y sus dos hijas, en Albuquerque (Nuevo México, EE.UU.), pero pasa temporadas en el sur de Francia. El alejamiento no lo distancia de Francia. "Es con el idioma, con los libros que hoy se puede todavía hablar de Francia, verla existir en esta convergencia de corrientes", dice.