Exactamente un día como hoy, pero cien años atrás, salía a la calle el primer Ford T, el auto que puso al mundo sobre ruedas.

El auto que ideó Henry Ford y que oficialmente llevó al mundo a la era del transporte sin caballos, fue emblemático por algo más: con él se introdujo la producción en cadena y la adquisición de automóviles se popularizó.

El Ford T, que vio la luz el 1 de octubre de 1908, tenía un motor de cuatro cilindros, alcanzaba la velocidad máxima de 71 km/h, y consumía un litro cada 5 km.

Este auto tiene en su haber, además, varios logros, como el de ser el responsable de establecer un período de trabajo de 8 horas y un salario mínimo. Los 5 dólares al día llevaron a los mejores trabajadores a las plantas de Ford.

Además, la marca ofrecía trabajo a quienes normalmente no podían conseguirlo como inmigrantes, mujeres, minorías y personas con discapacidad.

Por otro lado, este modelo logró estandarizar el modelo americano, con el volante del lado izquierdo, en lugar del derecho que usan aún en Inglaterra.

Al principio las ventas fueron modestas: apenas 1.700 unidades en los primeros 15 meses. 

Pero en 1916 habían alcanzado un ritmo anual de 250.000 unidades vendidas y el precio original, de 850 dólares, había descendido.

En 1927, cuando se abandonó su producción, se habían vendido 15 millones. En diez años, el automóvil había llegado a las masas.

La famosa frase de Ford, "los clientes pueden pedir el color que quieran, siempre que sea negro" no refleja de hecho una inflexible actitud de "tómelo o déjelo", sino que es la consecuencia de su método de producción.

Henry Ford nació en 1863, y en su juventud se dedicó a la reparación e instalación de maquinaria agrícola.

En una época estuvo interesado en fabricar un tractor barato. Sin embargo, en 1890 abandonó este proyecto para dedicarse a los automóviles y aceptó un empleo como ingeniero jefe de la Detroit Automobile Company.

En 1903 estableció su propia empresa, con la idea de fabricar un automóvil económico, sencillo y sólido.

Unos pocos años le bastaron para hacerlo realidad: en 1908, hace exactamente cien años, lo logró. (Agencias)