Miércoles 01 de Octubre de 2008 Edicion impresa pag. 42 > Cultura y Espectaculos
Luis Brandoni, actor de profesión
El actor, entrevistado por "Rio Negro", habló de la obra "El hombre inesperado". Junto a Betiana Blum traerán esa pieza de Yasmina Reza al Casino Magic de Neuquén.

La antesala de una posible historia de amor, eso es "El hombre inesperado", donde tiempo y espacio parecen haber conformado el lugar en el que dos personas se entrecruzan inesperada e involuntariamente. Marta, viaja sola a Francfort y ni bien sube al tren, descubre que el hombre que tiene sentado en frente es Paul Sparsky, el escritor que le ha brindado desde su lectura, un mundo de personajes con el que se ha identificado íntimamente.

Tras ocho exitosos meses en Buenos Aires, la obra protagonizada por Luis Brandoni y Betiana Blum, y dirigidos por Luis Romero, inicia una gira por el interior que el 10, 11 y 12 los traerá a Neuquén.

Hombre de enorme experiencia, Brandoni comenzó el diálogo con este diario, recorriendo los lenguajes que ha frecuentado. "Cada uno de los medios tiene su encanto. La radio, capaz de llevarnos a cualquier ámbito sólo con la imaginación. Lamentablemente no pude hacer radio, como hubiese querido, es un terreno en el que los actores hoy no participamos. Después, las otras tres grandes formas de actuación tienen su atractivo. La televisión posee un alcance y un impacto masivo innegable del que no gozan el cine y el teatro. El cine permite contar infinidad de historias, la posibilidad de interpretar papeles bien diferentes entre sí, y tiene esa

cosa única... Perpetuarse, es en el cine. Y en el teatro, el arte más viejo de todos, el actor no tiene intermediación en el momento de la ceremonia de la función. Es él, el entorno escenográfico que fuere y el mensaje a transmitir. Tiene además la maravilla de ser irrepetible, no se puede lograr eso en televisión. Por eso, muchos de nosotros, preferimos el teatro. Pero, tal vez, porque en él, los actores o algunos, podemos decidir con la tranquilidad de una autogestión, que no es lo mismo en televisión donde hay un diálogo, ni en cine donde es más complicado armar una idea."

- En "Tute cabrero", película en blanco y negro de Juan José Jusid, usted -muy joven- actuó con Juan Carlos Gené y Pepe Soriano. ¿Cuánto hay hoy de aquel actor que comenzaba en el cine?

-Yo me reconozco en ese rol. Reconozco algunas cosas, elementales, básicas en mi profesión y de mi estilo de trabajo. Creo que es verosímil el personaje, se cree. Está diferenciado de los otros. Me reconozco en la voz y en una actuación muy severa, seria, discreta. De modo que me sorprendo reconociéndome. Me sorprende porque lo hice bastante bien, por cierto. ¿Qué habré hecho hace cuarenta años atrás? Y resultó que no estaba tan mal rumbeado.

- ¿Se reconoce en ese humor filoso, irónico, que tanto ha frecuentado?

-El actor es intérprete. Le dan una partitura, es decir el texto, y la podemos tocar de distinto modo. Me parece que mi manera de encarar los personajes... En principio, me han criado tratando de darle algunas señas particulares, que no se parezcan a otros en la medida de lo posible, en la medida que sea capaz. Felizmente, he hecho personajes populares como el de "Seré cualquier cosa, pero te quiero", el de "El verso"... que gastan un humor porteño, digamos, que se expresan así porque los autores son también porteños. Pero no sé si se relaciona con mi humor personal. Yo tengo la expectativa, la aspiración de hacer los roles con una cuota de discreción y buen gusto que me parecen ser inherentes al actor. No es menos popular un papel si no dice groserías. Cuando apareció en televisión "Mi cuñado" tenía un grado de refinamiento dentro de lo popular, que es -creo- lo que debemos hacer. A veces se han producido algunas confusiones con respecto a mi posibilidad de representar personajes argentinos, que no en todos los casos son idénticos. Digo, si usted vio "Darse cuenta", no tiene relación alguna con el papá de "Cien veces no debo"; o "La Patagonia rebelde".

- ¿Qué dificultades le propuso el personaje de "El hombre inesperado"?

-Cuando leí la pieza, me planteé cómo se hacía eso, porque prácticamente no tiene acotaciones de la autora (Yasmina Reza). Afortunadamente, fui a dar con el hombre acertado, que es Romero, gran director de teatro que puso toda su imaginación al servicio de una puesta en escena extraordinaria, con una dificultad básica: ese tipo de diálogo que no es tal. Las cosas se me fueron facilitando ensayo tras ensayo, yendo de la mano de Luis. El otro problema no fue de interpretación, sino aprender un texto enorme y complicado. Porque, además, no son diálogos; no va ligando una cosa con otra.

- No hay pies para apoyarse.

-Si nos pasa algo a Betiana o a mí, en el escenario, el otro nada puede hacer por salvarlo. Esa sí es una verdadera dificultad. Finalmente, la escenografía es un hallazgo. Terminamos creyendo que estamos viajando en un tren, lugar tan adecuado para la reflexión...

 

EDUARDO ROUILLET

Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí