LAS LAJAS.- Alberto Amarilla cuenta que hace algunos años, a modo de protesta, se encerró una caverna de Cuchillo Curá. Estuvo allí 40 horas y se sintió mal pues en vez de sufrir sentía placer. ¿Qué clase se protesta podía ser ésa?
"Hay algo tan especial, una mezcla de paz y misterio, algo que no se puede explicar, como si no fuera de este mundo... una vez trabajamos en una publicación de espeleólogos y le pusimos de nombre Séptimo Continente... Las cavernas son eso, un Séptimo Continente", dice Amarilla, de 50 años, experto del Grupo Espeleológico Lajeño, de Las Lajas
La protesta de Amarilla, aquella de las 40 horas, era por el cierre de las cavernas o, más precisamente, la prohibición que se extendió durante ocho años.
Pero todo cambió ahora y ánimos de fiesta entre los amantes de ese otro mundo.
Desde ayer, este grupo y otros cuatro de la provincia pueden volver a ese mundo de riachos y humedad perpetua, con galerías, salas y gateras (lugares a los cuales sólo se puede ingresar agachado) que llegan hasta lugares donde sólo sobreviven ácaros, arácnidos e incluso crustáceos transparentes libres de cualquier pigmentación pues se han adaptado a este mundo de sombras.
"Es la primera bajada oficial desde que se levantó la prohibición, es algo que los espeleólogos estaban esperando", comentó Sergio Vera, de la subsecretaría de Cultura de la provincia, coordinador de una serie de actividades que se hicieron ayer en Las Lajas.
Entre otras cosas hubo demostraciones de rescate en alturas con Gendarmería, Policía, Ejército y personal del hospital de Las Lajas. Las pruebas se hicieron en el Cerro Montura, a diez kilómetros de Las Lajas.
Un reportero gráfico de "Río Negro" acompañó a los espeleólogos el día que volvieron a las cavernas. Es que hace ocho años, tras un derrumbe, hubo una resolución de la subsecretaría de Cultura que prohibió el ingreso a todas las cavernas de la provincia. Neuquén, sobre todo en la zona de Las Lajas, concentra el sistema cavernario más importante de nuestro país.
Rolando Vergara, de 70 años, se hizo espeleólogo en 1975 y es el máximo experto de la provincia. El tipo es un emblema y no le gusta mucho hablar sobre si.
"Es una actividad única, impactante, hay gente que no se acostumbra pero al que le gusta, se apasiona. Hay que tomar precauciones: no
pueden entrar 50 personas juntas a una caverna porque se destruiría el ecosistema", contó Rolando.
Ayer, por primera vez, las cámaras de la prensa llegaron hasta la caverna Salado III.
La cueva se ubica bajó un cordón de caliza que bordea al arroyo Salado. Vergara explica que se trata de la formación Huitrín de yeso y que se formó a partir de las filtraciones de agua que llegaba desde la superficie. El líquido disolvió al yeso y en un proceso que llevó miles de años las oquedades se extendieron por entre las rocas indisolubles para, al fin, habilitar el Séptimo Continente que define Amarilla. (R. C.)