La presidenta Cristina Fernández de Kirchner enfrenta un desafío peculiar: su propio vicepresidente, Julio Cobos, se ha vuelto en contra de su gobierno y eso lo está convirtiendo en el político más popular del país.
Cobos, 53, un ex gobernador provincial perteneciente a un partido de oposición, fue elegido por Fernández como compañero de fórmula en las elecciones del 2007, en un esfuerzo por presentar su candidatura como una coalición de distintos partidos políticos. Pero hace dos meses, Cobos emitió en el Senado un voto decisivo en contra de una ley del gobierno destinada a aumentar las retenciones de las exportaciones agrícolas y se convirtió instantáneamente en una celebridad.
Cuando lo entrevisté la semana pasada en su oficina del Senado, Cobos -quien tiene previsto hablar en la Conferencia de las Américas del Miami Herald el 3 de octubre en Miami- se veía tranquilo y entusiasta, como un hombre que sabe que su estrella política está en ascenso. A todos los sitios donde va es seguido por una multitud de fotógrafos y sus frecuentes reuniones con críticos del gobierno son interpretadas por los medios argentinos como golpes directos asestados a la presidenta.
Esta semana, como la presidenta viajó a Nueva York para la Asamblea General de las Naciones Unidas, Cobos asumió como presidente interino y acaparó los titulares por su reunión con el líder de la Federación Agraria Argentina, Eduardo Buzzi, un líder de las protestas contra las políticas del gobierno hacia el agro.
¿Cómo es su relación con la presidenta?, le pregunté a Cobos. ¿Habla con ella? Cobos dijo que no ha hablado con la presidenta desde una reunión que ambos mantuvieron pocos días después de que él emitiera su famoso voto del 17 de julio, en su carácter de presidente del Senado, que derrotó el proyecto gubernamental de aumentar las retenciones a las exportaciones de productos agrícolas.
"No sé si estaba enojada, pero bueno, contenta no estaba'', me dijo Cobos, refiriéndose al ánimo de la presidenta en esa reunión. "Dijo que a partir de ese momento nuestra relación debía limitarse a lo institucional''.
¿Cómo ve su voto en contra del gobierno ahora, dos meses después? Los funcionarios del gobierno dicen que usted es un traidor, le señalé: primero le dio la espalda a su partido integrando la fórmula con Fernández y después le volvió la espalda a la presidenta.
"Creo no haberme equivocado'', dijo Cobos, refiriéndose a su ya famoso voto en el Senado. "Creo que era un tema de ponerle un límite a un poder (presidencial) que la ciudadanía consideraba excesivo''.
El vicepresidente agregó que, desde entonces, los argentinos han recuperado su confianza en el Congreso. "Los empleados que trabajan aquí (en el Congreso) me decían: 'Antes me daba vergüenza decir que trabajaba aquí. Venía en taxi y le decía al taxista que me dejara dos cuadras antes'. Ahora dicen 'Voy al Congreso' y lo expresan orgullosos''.
¿Qué debería hacer el gobierno para mejorar el estándar de vida de Argentina?, le pregunté.
"Hay que trabajar en planes de largo plazo'', dijo Cobos. "Un país tiene que tener un rumbo. Me parece que eso es en lo que tenemos que trabajar: una Argentina más a largo plazo, más previsible, más creíble, más protegida, con más garantías de seguridad jurídica... como lo está haciendo Chile''.
El vicepresidente, ingeniero civil de profesión, agregó que "acá ideologizamos todo. Hay que ser más pragmáticos''.
¿Argentina se ha acercado demasiado a Venezuela?, le pregunté. "A lo mejor se concentró demasiado (en Venezuela)'', respondió Cobos. "Me parece que la relación tiene que ser radial y buscar una relación mejor con todos los países. No hay que concentrarse sólo en Venezuela''.
¿Se presentará como candidato a la presidencia?
"Eso me lo preguntan todos los días'', dijo riéndose. Por el momento, ha lanzado un nuevo movimiento, "Consenso federal'', y establecido un centro de estudios, "Idear'', con la intención de reunir a varios partidos de la oposición y elaborar nuevas propuestas económicas, sociales y educativas. "Después veremos lo que ocurrirá conmigo'', dijo.
Pero lo que no hará es renunciar a la vicepresidencia, por más que el gobierno se lo pida, me dijo Cobos. "Eso sería decepcionar a la gente que votó por otra cosa. Que me hagan juicio político: sería la única forma (de sacarme)'', señaló.
Mi opinión: los vientos políticos están cambiando en Argentina. La retórica populista y confrontacional de Fernández y de su esposo, el ex presidente Néstor Kirchner, empiezan a sonarle cada vez menos creíble a la mayoría de los argentinos en medio de las noticias periodísticas que denuncian una masiva corrupción gubernamental.
Si Cobos cultiva su perfil de político pragmático que busca consensos será un problema cada vez mayor para el gobierno y uno de los candidatos con más posibilidades de convertirse en el próximo presidente de Argentina. Esta pelea recién está empezando.
ANDRÉS OPPENHEIMER (*)
Especial para "Río Negro"
(*) Periodista argentino. Analista internacional. Miami.