PALATINE, Illinois, EE. UU. (AP) _ La salud de Arthur C. Clarke se estaba deteriorando rápidamente, pero él aún tenía una historia que contar. Así que recurrió a su amigo y colega, escritor de ciencia ficción, Frederik Pohl, y juntos escribieron lo que resultó ser la última novela de Clarke.
"The Last Theorem" (El último teorema), que creció a partir de 100 páginas de apuntes de Clarke, es más que una narración futurista sobre un matemático que descubre la solución de un problema matemático de siglos de existencia.
La novela, que llegó el 5 de agosto a las librerías, representa una colaboración histórica entre los dos escritores más influyentes del género en el crepúsculo de sus carreras. Clarke, mejor conocido por su obra de 1968 "2001: A Space Odyssey" (2001: Odisea del espacio), falleció en marzo a los 90 años de edad; Pohl tiene 89 años.
"Más que nada, será un objeto histórico", dice Robin Wayne Bailey, escritor y ex presidente del grupo Escritores de Ciencia Ficción de Estados Unidos. "Este es un libro escrito por dos de los últimos gigantes en la materia''.
Clarke pretendía inicialmente que "The Last Theorem'' fuera su último proyecto individual, y comenzó a escribirlo en el 2002. Pero el progreso era lento debido a su
mala salud y no pudo terminarlo para la fecha prevista en el 2005. Preocupado de que el libro no llegara a publicarse, comenzó a buscar un coautor. Mientras estaba en curso la búsqueda, Clarke a menudo comentaba a sus asistentes, "¡espero que 'El último teorema' no se convierta en 'El teorema perdido'!", dijo vía correo electrónico Nalaka Gunawardene, uno de los asistentes de Clarke en Sri Lanka.
Pohl dijo que se ofreció como voluntario para el trabajo y comenzó a darle sentido a las 100 páginas de notas que le dejó Clarke. Aproximadamente 40 o 50 páginas estaban terminadas, pero el resto contenía sólo ideas no desarrolladas. En algunas páginas había únicamente una o dos líneas de texto, señaló.
Clarke, quien vivió en Sri Lanka hasta su muerte y batalló durante décadas con el síndrome post-polio, quedó postrado en cama luego de fracturarse unas vértebras de la columna dorsal. Debido a que le fallaba la memoria, no podía ayudar a Pohl a descifrar lo que había escrito en sus notas. "Comencé por preguntarle sobre información relacionada a cosas en el libro", dijo Pohl, en su casa de Palatine. "Y él me respondía por correo electrónico y decía, 'No sé. No tengo idea de en qué estaba pensando cuando escribí eso'. Simplemente había desaparecido de su cabeza".
Pohl tiene sus propios problemas: padece de respuesta muscular débil en manos y pies. Escribió gran parte de la novela con pluma y su esposa, Betty, transcribía el trabajo a una computadora; pero su escritura a mano es ahora ilegible. Escribir a máquina también le resulta difícil porque su mano derecha está torcida y no se despliega de manera correcta. Pero juntos, lograron terminar la novela.