Martes 23 de Septiembre de 2008 Edicion impresa pag. 31 > Sociedad
Cruzó el fuego y sacó a su hijo, pero están graves
Dramático rescate protagonizó una madre en Puente 83. Ambos sufrieron afecciones severas en las vías respiratorias.

CIPOLLETTI (AC).- Una heroica madre cipoleña sufrió graves quemaduras al penetrar en el infierno en que se había convertido su precaria casa del barrio Puente 83 para rescatar a su pequeño hijo de tres años.

Lo halló buscándolo enceguecida por el humo negro que emanaba de chapas y brea, detectándolo en el piso, encogido, en posición fetal, por un llanto apagado.

De todas maneras, el costo fue grande porque tanto ella como el chiquito se encontraban ayer con graves quemaduras en las vías aéreas superiores y en el resto del cuerpo. Estaban internados, con respiradores artificiales y en coma farmacológico, debatiéndose entre la vida y la muerte.

La pareja de la mujer sólo padeció quemaduras leves. "Tratá de sacar el nene, le decía el hombre, en shock. Y ella que ya iba en camino se metió y desapareció, saliendo al ratito con el nene en brazos, los dos llorando, ella pidiendo socorro. La ambulancia del hospital llegó muy rápido y se los llevó", relató un veterano poblador del área. "Los bomberos colaboraron mucho, aunque los vecinos empezamos tirando agua porque esto parecía que se iba a las casas cercanas", indicó el hombre.

En el hospital "Pedro Moguillansky" confiaron que aún en la Unidad de Terapia Intensiva y antes de la intervención para el respirador artificial la muchacha, con un hilo de voz, seguía preguntando por el nene. "¿Cómo está? ¿Cómo está?", repetía.

Este desgraciado suceso se desató pasadas las 0.20 de ayer en la casilla 100 del barrio Puente 83 Sur (a unos mil metros de la ruta Chica, antes de cruzar el canal, en dirección a la nacional 22). Al parecer fue por la expansión de una especie de fogata que se había prendido en la parte delantera del monoambiente, de unos 4 por 4 metros, con paredes de material y techo de chapas con brea.

En cuestión de segundos se desató un incendio monstruoso, con lenguas ígneas que se elevaban a más de 10 metros. En el interior estaban la pareja formada por un muchacho de apellido Yáñez, Romina Zúñiga (24) y el hijito Matías Yáñez (3). Para intentar hacer algo, presuponiendo que no iba a alcanzar dimensiones tan grandes, el hombre y la mujer salieron pero casi de inmediato se incendió la membrana del techo y todo fue un caos de llamas y humo negro irrespirable. La mujer no

dudó: se abalanzó al interior, se metió literalmente en ese infierno, buscó al nenito, lo encontró por el llanto, pues no lograba verlo, y salió con él en brazos, corriendo, mientras ya los vecinos tiraban agua como podían y la ambulancia, que arribó pronto, se llevaba a los heridos.

"Era increíble. Nunca vimos nada igual. Menos mal que los bomberos lograron que el fuego no se vaya a las casas cercanas porque si no hubiera sido una catástrofe", contó una mujer mayor, con los ojos bañados en lágrimas.

Ayer a media mañana la imagen de la casa siniestrada era desoladora y sólo se mantenían en pie, y dañadas en parte, las paredes de ladrillo. Adentro, restos calcinados de muebles, ropa, elementos de la vida diaria, juguetes, bicicletas, una cocina. No explotó, de milagro, una garrafa. "Eso sí que hubiera matado a todos", confió un servidor público que trabajó en la extinción.

Las perdidas fueron totales. De oficio está investigando la comisaría Cuarta, por jurisdicción, aunque como no hay denuncias los bomberos no se hallaban, al menos hasta anoche, desarrollando ningún tipo de pericia.

La madre y el hijo seguían muy graves. El chiquito fue derivado casi de inmediato al sanatorio Juan XXIII de Roca, para una atención especializada, y Romina seguía en la UTI del hospital de Cipolletti, en coma inducido, con respirador.

Los dos reciben tratamientos con antibióticos y antiinflamatorios y había preocupación en los facultativos por las afecciones en las vías respiratorias superiores, una de las lesiones más severas y de más difícil compensación en este tipo de accidentes.

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