Martes 23 de Septiembre de 2008 Edicion impresa pag. 12 > Regionales
La amenazaban con llevarsea su hijo

NEUQUÉN (AN/ACE) - Islanda Becerra fue detenida en su casa el 15 de diciembre de 1976 sin otra acusación que ser militante de la Juventud Peronista, la torturaron salvajemente en "La Escuelita" y cuando la liberaron la obligaron a ir regularmente al Comando del Ejército como condición para no volver a detenerla. "El coronel (Oscar) Reinhold me decía que no tenía que juntarme con los compañeros de militancia, porque si no me iban a volver a llevar donde me habían torturado ("La Escuelita")", dijo ayer la mujer en su declaración ante el Tribunal Oral Federal.

Añadió que "era una tortura permanente. Cada vez que iba no sabía si iba a volver a casa y amenazaban además que se llevarían a mi o a cualquiera de mi familia"",

A la mujer la liberaron el 31 de diciembre de ese año, después de haber soportado tormentos de picana eléctrica, submarino en el baño, que le colocaran un arma en la boca y la martillaran, manoseos y terribles vejaciones por su condición de mujer.

En ese momento tenía 19 años y era madre de un bebé de cuatro meses. "Me decían -en la sala de torturas-, guerrillera, montonera. Atada de los pies y las manos me pasaban corriente eléctrica en la sien, en los pechos. El dolor que se siente es indescriptible. Con las descargas se me contraía el rostro, me mordía la lengua y los labios y sentía la sangre de mis heridas", relató.

Las sesiones comprendían además insultos, golpes al cuerpo y patadas, manoseos. "

En medio de las sesiones me orinaba y me decían que si no hablaba llevarían a mi hijo, que tenía cuatro meses, para torturarlo delante mío", señaló.

Indicó que sus torturadores le recriminaban que su madre hubiera ido a pedirle al obispo Jaime De Nevares, que averiguara dónde la tenían secuestrada.

Cuando la liberaron la revisó el médico policial Roberto Soria, quien ayer dejó muchos interrogantes cuando declaró ante los jueces. "Esta fiscalía cree que usted nos dice menos de lo que conoce", le recriminó el fiscal Manuel De Reyes Balboa. También declaró Mabel Pichulmay, una vecina de Becerra.

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