NEUQUÉN (AN/ACE).- Juan Isidro López dijo que volvió a ver a Luis Alberto Farías Barrera 30 años después de haber sufrido la detención y tortura. "Me dijo que tenía que declarar a favor de él porque me había tratado bien, después de 30 años vino a amenazarme y decirme que tengo que portarme bien, qué impunidad", se quejó ante el tribunal. Farías Barrera es uno de los cuatro acusados que no permanecen en la sala mientras se lleva a cabo el juicio en su contra.

López fue citado ante el Tribunal porque fue testigo del traslado que Farías Barrera hizo de cuatro detenidos desde la cárcel de Rawson hasta Neuquén para ser llevado al centro clandestino "La Escuelita" de Neuquén. El viaje fue en silencio pero sin las vendas. Farías Barrera se presentó ante los "trasladados" y les permitió orinar a luego de varias horas de trayecto.

Por esa acción, pretendía que el ex gremialista de Luz y Fuerza, declarara a su favor en este juicio en el que se lo acusó de torturas, secuestros y la desaparición de una de las víctimas.

En el centro clandestino, López fue salvajemente golpeado y torturado todas las noches por una persona con voz grave y acerada o metálica, que con vos de mando le consultaba si "no lo había escuchado antes", como si fuera un personaje público.

Como consecuencia de los apremios, López perdió la visión de un ojo y tiene serios problemas médicos, además de continuar con la sensación del "terror" .

Recordó que en noviembre de 1976 cuando Farías les informó a los detenidos que iban a ser llevados a Neuquén, Ledesma -con 23 años- le reclamó estar "cansado de que lo saquen para torturarlo", al tiempo que reconoció que el joven no se equivocó cuando a la medianoche de esa jornada los sacaron del pabellón de la cárcel para llevarlos a "La Escuelita". "El tenía razón, porque ya había pasado por esa odisea", dijo.