Miércoles 17 de Septiembre de 2008 Edicion impresa pag. 06 y 07 > Regionales
"En su psiquis vuelven la tortura y la vileza de los genocidas"

NEUQUÉN (AN) - Para Norberto Osvaldo Blanco y su esposa Silvia Noemí Barcos, el sufrimiento que soportaron durante la época de la dictadura, cuando fueron hostigados, perseguidos y el primero secuestrado y torturado salvajemente en "La Escuelita", se reedita cruelmente en estos días. El hombre, postrado desde hace tiempo por gravísimas enfermedades que su mujer atribuye sin ninguna duda a los castigos físicos y psíquicos recibidos en el centro clandestino de detención, no pudo asistir ayer a la audiencia del juicio que se le sigue a los ocho militares.

Pero Barcos -quien fue blanco de un hostigamiento feroz, con amenazas y vigilancia policial en el interior de su casa y despedida de las escuelas donde daba clase, al igual que su esposo del municipio de Cipolletti- sí declaró y dio un relato conmovedor, no sólo por detallar el gravísimo estado de salud de Blanco, sino porque como consecuencia de ese estado, actualmente revive los tormentos sufridos. "Hace dos meses, en su delirio, volvió a estar en 'La Escuelita', a estar tabicado, y me pedía, por favor, que no me alejara de su lado. En su memoria, en su psiquis y su cuerpo, vuelven la tortura, la vileza de los cobardes genocidas", dijo la mujer.

La querellante de la APDH, Nerea Monte, le preguntó qué motivos les dieron para despedirlos de sus trabajos. "A mi esposo lo declararon prescindible y a mí me dejaron cesante", señaló.

Blanco fue detenido por un grupo de policías que comandaba el oficial Miguel Quiñones, de la comisaría de Cipolletti, cuando estaba trabajando en una empresa de la firma Fattorello, en Neuquén. Lo trasladaron a dependencias policiales y de allí al centro de torturas, donde en la declaración que brindó en el 84, dijo que fue sometido a picana eléctrica y un severo castigo físico y psíquico.

Barcos relató que día a día concurrió al Comando a requerir por su esposo, que la atendía el mayor Luis Farías Barrera, quien le reconocía: "a su marido lo tenemos nosotros, pero quédese tranquila, lo estamos reeducando".

También declararon ayer el médico Rubens Ponce, quien atendió a Carlos Venancio cuando fue liberado tras ser torturado en "La Escuelita" y Pedro Trezza, quien fue torturado en ese centro de detención, sólo por ser ocasionalmente pareja de Cristina Lucca, otra víctima de la represión, quien declaró el lunes.

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