- Empezó su carrera política en partidos liberales o de centroderecha, cuando el principal referente era Álvaro Alsogaray. ¿Cuál fue su evolución en materia de ideas?

- Tuve muchas diferencias con Alsogaray. Él privilegiaba sobre todo las ideologías, no tenía un gran cariño por la historia argentina; yo sí lo tengo: sus cosas buenas y malas las siento como propias. No reniego de Rosas, de Roca, de Pellegrini, de Yrigoyen, ni de Perón. Este pensamiento, al que se puede llamar conservador, no tiene mucho que ver con Alsogaray, quien al igual que su partido (UCD) estaba marcado por un ideologismo liberal que lo llevaba a calificar de autoritario a alguien sólo por proponer la intervención estatal en economía.

- Luego la centroderecha encontró a su líder en Domingo Cavallo.

- Cavallo era lo contrario, un hiper pragmático que defendía posturas de racionabilidad económica, lo cual hizo que mucha gente de la derecha lo apoyara.

- ¿Usted se siente conservador o liberal?

- Conservador no en el sentido de querer conservar el statu quo, sino como realismo en el punto justo. Hay pensamientos idealistas que se alejan de la realidad, mientras los pensamientos realistas sin un ideal son peligrosos. Me defino como de centro.

- ¿Qué es ser de centro?

- Consiste en unir valores de la derecha (como el orden), de la izquierda (igualdad) y del liberalismo (libertad), los cuales tienen que funcionar juntos de acuerdo con las circunstancias. Hay momentos en que se necesita mayor igualdad, otras orden y siempre libertad.

- ¿Qué le sugiere la idea de Kirchner y la cosmovisión de Torcuato Di Tella de ir hacia un bipartidismo de un centro-derecha y un centro-izquierda?

- No creo viable un sistema de partidos que representen a una sociedad dividida y enfrentada. En las democracias el juego se da en el centro, en un ámbito de creencias compartidas, de equilibrio y responsabilidad.

- ¿Pero la política no es dirimir conflictos?

- No, yo pienso que la política democrática es la búsqueda de puntos en común respetando el pluralismo. Conflictos hay, pero no contradicciones irreductibles. Quienes dividen el mundo entre buenos y malos (como le gusta a Néstor Kirchner) no tienen concepciones democráticas.

- ¿Cómo definiría ideológicamente a Mauricio Macri?

- Desarrollista, sin prejuicios ideológicos respecto de las procedencias políticas.

- ¿Es pragmático?

- Contemporiza en cuestiones que no son medulares, pero tiene una escala de valores muy clara. Por ejemplo, en materia social privilegia la educación popular y la igualdad de oportunidades; ésas no las sacrifica.

- ¿Y en cuanto al estilo?

- Escucha con atención y con intensidad. Las reuniones son más bien cortas y toma las decisiones rápidamente.

- ¿Le dolieron las palabras de López Murphy respecto de Macri?

- Lamentablemente López Murphy nunca se sintió cómodo con Macri. Creo que no conoce la gestión de Macri. El tiempo dirá: si Macri fracasa, no va a existir en la política nacional. Para mí va a triunfar y ello lo va a habilitar para aspirar a presidir la Argentina. Así estamos, así vamos...

- ¿Cómo observa este momento político?

- Con un gobierno nacional paralizado, falto de ideas y de ejecución, lo

que genera mucha incertidumbre. El esquema de poder de Kirchner era muy primitivo, de dominio presupuestario; ahora tiene problemas en ese sentido y no sabe asimilar una derrota parlamentaria porque se dañó su autoridad absoluta para hacer lo que quiera.

- A la oposición se le pide unidad, pero al mismo tiempo está el fantasma de la Alianza.

- La oposición ha trabajado muy bien en el conflicto agropecuario; antes tanto en la discusión de los superpoderes como en el Consejo de la Magistratura, y ahora en el tema Aerolíneas.

Saber que hay tantas cosas en común viniendo de distintos lugares del arco ideológico es una experiencia enriquecedora que sólo se han perdido los kirchneristas.

- La cuestión es si alcanza para gobernar.

- Falta mucho para la elección presidencial. La preocupación de la oposición es consolidar la situación política y permitir que el gobierno entre en razones para transitar lo que viene, que no es demasiado fácil. Si la gente decide transitar los caminos del federalismo, la división de poderes y la flexibilidad en la atención de los problemas de los más necesitados, hay un piso de prosperidad asegurada muy importante.

- ¿Cuál es su visión sobre la actual política de derechos humanos?

- Los argentinos de mi generación no hemos hecho el mea culpa de quienes no fueron democráticos. La violencia de los '70 fue producto de mucha gente antidemocrática, empezando por los grupos guerrilleros, siguiendo con los militares y con gran parte de la sociedad civil. Asumir la violación de derechos humanos como algo espantoso es positivo; falta que nos demos cuenta de que en la lectura que hace el oficialismo no están contemplados todos los hechos espantosos sino sólo los provocados por un sector.

- ¿Macri, Binner y Carrió son las principales figuras que emergen en el escenario?

- Son los que aparecen ahora, lo cual no es muy relevante. El futuro presidente va a ser quien le muestre a la Argentina una imagen de su futuro y sea más convincente de poder implementarlo.

- ¿Cómo sigue la construcción del macrismo?

- El radicalismo y el justicialismo se desfondaron en el 2001. Dos respuestas fueron el PRO y la Coalición Cívica. Nosotros tenemos en claro que no somos dueños de la verdad sino que tenemos que trabajar con quienes, procediendo de esos partidos más la gente de centro, comparten nuestra propuesta.

- No hay límites en la construcción política; Macri se sintió molesto por una foto de militantes de su partido con Luis Barrionuevo.

- Hay dirigentes que no van a representar el futuro político, pero yo no tengo interés en estigmatizar a Barrionuevo ni a nadie. Que cada uno haga su trabajo político y el pueblo los juzgue.

- ¿Qué pasa con la renovación política?

- Hay que empezar a ver una clase política nueva porque existe y es la que va a dominar la política en los próximos años. Macri, Cobos, Sanz, Aguad, Solá, De Narváez, Stolbizer. Ésa es la novedad.

- ¿Qué le ve la sociedad en Cobos?

- Él tomó una decisión que requirió coraje: seguir la propia conciencia y no la presión partidista y así le dio al Congreso argentino un rol protagónico que el kirchnerismo le había quitado. Eso es lo que valora la gente.

- ¿Cuándo se va a poder juzgar la gestión de Macri?

- El año que viene hay elecciones legislativas en la ciudad.

- Hay gente que esperaba que el macrismo en el poder disuelva las manifestaciones, acabe con los manifestantes que toman la calle, ¿es difícil, no?

- La gente no cambia de un día para otro y nuestro trabajo es humilde en ese sentido. No se necesitan actitudes represivas, aunque todo tiene un límite. El problema son las personas que buscan la violencia para generar contraviolencia, ahí el poder público debe mantener el orden, aunque no como quiere la derecha, a cualquier precio.

- Usted es nieto de aquel político de su mismo nombre (ver recuadro) que implementó políticas similares al New Deal que puso en marcha Franklin Roosevelt, en Estados Unidos, para salir de la crisis del '30...

- Sí, con una diferencia. Nuestro país salió a flote en cuatro años; Estados Unidos tardó mucho más, casi hasta la Segunda Guerra Mundial.

CLAUDIO RABINOVITCH

crabinovitc@rionegro.com.ar

AQUEL ABUELO

Federico Pinedo tiene 52 años, tres hijos y es abogado. Y tiene un abuelo homónimo, con perfil progresista en la Argentina. Socialista, traductor de Marx y que conoció a Rosa Luxemburgo, en los agitados años alemanes que siguieron a la Primera Guerra Mundial.

Diputado nacional por el Partido Socialista Independiente, respaldó la caída de Hipólito Yrigoyen. Con los años acuñó una frase: "Los golpes militares nunca fueron un rayo en un día de sol". Como forjador de la mal llamada Década Infame, fue creador del Banco Central y de organismos que definieron la intervención estatal en la economía para regular su funcionamiento y sin temer que esta decisión afectara la libertad.

Viajero incansable, percibió la llegada de la Segunda Guerra, cuyo estallido lo encontró junto a los aliados. Fue, en ese tiempo, uno de los pocos argentinos que percibieron que Alemania sería derrotada. Pero también imaginó acertadamente que Inglaterra emergería debilitada de ese drama. Entonces imaginó a Estados Unidos como la potencia emergente. Fue así que en 1940 pergeñó como "Plan Pinedo" una activa participación del Estado en la industrialización del país, teniendo nuevas referencias en el esquema de equilibrio mundial.

El Parlamento rechazó su proyecto.

Y quizá la Argentina perdió una inmensa oportunidad.

Carlos Torrengo