Anoche, Racing demostró dos cosas: que el envión anímico y futbolístico que vive desde el empate ante Independiente no se cortó con el receso y que no es casualidad que haya marcado apenas dos goles en cinco partidos.

La Academia mereció ganarle a Tigre, pero no supo cómo hacer la diferencia. Por eso tuvo que conformarse con el empate en cero. Los dos equipos terminaron con uno menos por las expulsiones de Diego Castaño en Tigre y de Gabriel Mercado en el local.

Racing fue más, siempre. Desde el primer instante de juego sometió a Tigre a fuerza de presión, desbordes y buena circulación del balón. El equipo de Llop se hizo de la pelota, en parte porque decidió ser protagonista, en parte porque el rival se lo cedió. Lo mejor de la Academia fue su vocación ofensiva permanente, sobre todo por la derecha con Prichoda. Desde allí, el local lastimó a la visita con los desbordes del juvenil volante y sus centros a la búsqueda de Lugüercio . Con el correr de los minutos, los ataques de Racing también ocurrieron desde la izquierda, sobre todo cuando Moralez tomó el control de la pelota y su participación se hizo determinante.

En el segundo tiempo, el ingreso de Sánchez Sotelo por Lugüercio acentuó el dominio ofensivo del equipo albiceleste. Pero el gol nunca llegó y Racing, que mereció ganar, tuvo que conformarse con sumar apenas un punto en casa.