Domingo 14 de Septiembre de 2008 Edicion impresa pag. 43 > Cultura y Espectaculos
El folclore perdió al "Chivo" Valladares

Rolando "Chivo" Valladares, autor esencial del folclore argentino al que legó gemas como "Subo", "Debajo del sauce solo", "Vidala del lapacho" y "Ay amor", falleció a los 90 años, en la ciudad de San Miguel Tucumán.

El "Chivo" falleció tras 10 días de internación en el Sanatorio 9 de Julio de la capital tucumana al que llegó porque "tenía un problema respiratorio bastante severo", informó a Télam Eduardo "Tuco" Valladares, único hijo del artista.

A la hora de definirse, el folclorista aceptó, al ser reporteado por Télam en abril de 1994, que podía ser considerado un "creador". Y entonces aseguró: "para ser creador el secreto está en querer lo que se hace y, más que talento, hace falta sentir un profundo amor".

Rolando nació el 10 de marzo de 1918 en San Miguel de Tucumán en el seno de una familia donde la música latía fuertemente. "Mi familia era muy intensa en lo musical. Mi papá era escribano pero tocaba la guitarra y cantaba. Mi mamá santiagueña también cantaba. Después estaban mis hermanos, Hugo y Leda. Leda (por la notable investigadora y compiladora) es la que trae el jazz a casa, era muy cultivada, tenía amigas también muy cultas. Iban a conciertos. Yo mamé todo eso", recordó en 2004 en una entrevista con Clarín.

En su ficha personal también aparecen otros datos esenciales: fue socio fundador de la Filarmónica de Tucumán y partícipe del coro de la Academia de Bellas Artes, aunque nunca dejó de ser un autodidacta apasionado del folclore.

Valladares compartió andanzas y creaciones con otros dos íconos de la cultura popular argentina como los salteños Gustavo "Cuchi" Leguizamón y Manuel J. Castilla con quienes atravesó noches interminables de música y poesía en que surgieron piezas memorables, tal el caso de "Zamba del romero".

Cultor de una vida plena y diversa se desempeñó como cazador, campeón de tiro, herrero, carpintero y, por 10 años, obrero de la fábrica de neumáticos Firestone.

"¿De chico soñaba con transformarse en un referente del folclore?", le preguntaron en agosto de 2006 durante un reportaje con "Página/12", a lo que respondió: "Nooo. Yo quería ser boxeador. O herrero".

Al calor de esas vivencias, su obra -integrada por unos 150 títulos- estuvo a punto de extraviarse pero, afortunadamente, el músico tucumano Leopoldo Deza la volcó, reunida y clasificada, en el cancionero "Solo en mi rancho". Valladares nunca estudió música. "Entonces tenía que silbar las canciones a otra persona que las pudiera escribir. Antes no existían los grabadores y por ahí, cuando me acordaba la primera parte ya me olvidaba el estribillo", cuenta en el libro. En ese proceso de reconstrucción de un legado imprescindible, Deza asumió el desafío de escribir los temas que no estaban grabados. Deza narró que el compositor "me silbaba y yo iba sacando la melodía en el piano y la escribía en un cuadernito. La revisábamos bien con la letra: 'Esa nota no va, más arriba, más abajo...' Y lo más difícil: ponerle los acordes. Porque el 'Chivo' no sabe cómo se llaman, ni dónde están, pero sabe perfectamente cómo suena y lo indica a su manera: 'ponele más ponzoña...machimbralo más...'".

Su impactante aporte a la música nativa sólo reconoce un par de trabajos discográficos propios: en los 60 "El canto de Rolando Valladares" y, dos décadas después, "Rolando Valladares, argentino de Tucumán". (Télam)

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