La Justicia llega con buenas y malas noticias para el oficialismo.
Un fallo partidario paralizó un volátil cuadro interno. La jueza federal María Servini de Cubría oxigenó -por algunos días- al gobierno de Miguel Saiz, atrapado en sus conflictos. Ahora, la posibilidad de recuperar la UCR unificó al mando radical detrás de una meta compartida.
En cambio, otra medida judicial dinamitó la barrera que la gestión provincial levantaba contra el debate salarial para lo que queda del 2008.
Habrá otras acciones tribunalicias que sumarán desvelos oficiales.
Cubría revocó la continuidad de la intervención al Comité rionegrino. En ese rescate, Saiz desechó todo canal político y se abandonó a la suerte judicial. Existían razones para tal confianza. Esa jueza siempre se cobija al calor del poder y lo volvió a demostrar con su fidelidad al kirchnerismo. Esgrime vicios formales en su favor a los aliados K.
La vuelta al Comité no será sencilla. Saiz busca una rápida venganza: quiere ya su posesión. Verani quedó atrapado en su negociación con la orgánica de Gerardo Morales y la belicosa actitud provincial. El ex gobernador está preocupado de que cualquier exaltación complique su retorno reivindicativo. Aportó esta semana otro legado a Morales: no fue al Senado cuando se definía el proyecto K de reestatización de Aerolíneas Argentinas. Iba a votar en contra, pero una intervención rionegrina redujo el desaire a Saiz. No votó.
Ya no hay planes iguales entre Saiz y Verani, aunque éste retiene inalterable su poder de operación en el gobierno provincial.
Esta situación es el detalle más evidente de que Saiz no es el poder que parece.
Muchas vanguardias ajenas. La visión distinta con Verani, la indiferencia que construyen con el vicegobernador Bautista Mendioroz, el desafío que impone a su gobierno el presidente del bloque, Daniel Sartor, y la pugna establecida con la defensora del Pueblo, Ana Piccinini.
Luchas que debilitan. Saiz traduce cada crítica gubernamental en una causa personal. Actúa así y responde igual. Cada vez contiene menos. Se instala esa sensación. Pasividad que facilita avances foráneos y deriva, en todo caso, en reacciones suyas.
Los últimos sucesos tienen esas características. Una representación del bloque radical concurrió especialmente a Valdivia para exponer su repudio a la política hídrica de los chilenos. Esta posición contradijo las vías conciliatorias del vicegobernador, que encabezó la delegación rionegrina. Aquella queja -que está en Cancillería- se reeditó por las mezquindades cotidianas.
El gobernador remitió a la Legislatura el acuerdo con la Anses para otorgar el 82% móvil a jueces y funcionarios de la Justicia. Lo considera "un buen inicio", pero su bancada no lo apoya. El proyecto está empantanado.
Irrumpe otro capítulo complicado. Sartor confeccionó notas para cavar
el corazón del Ejecutivo. Pide al secretario general, Francisco González, la cantidad y los beneficiarios de los programas laborales (ex PER) y al secretario de Planificación, Daniel Agostino, que se informe de contratos y programas del CFI. Las misivas existen, pero nadie confirmó su recepción. Eso ya poca importa, pues el estratégico mensaje llegó a los destinatarios.
El lindero despacho de González al de Saiz expresa algo más que una cuestión geográfica. Nadie lo desconoce. Agostino es funcionario del Ejecutivo, pero constituye un fiel referente del vice. Simples detalles, pero emblemáticamente importantes.
Mendioroz mantiene su proyecto 2011. Se sacudió su dependencia del ánimo de Saiz y acepta el aislamiento al que lo expone. Continúa con lo suyo, mientras espera los planes extraños.
Hasta los funcionarios construyen con demasiada autonomía.
Hay climas preocupantes. Obras Públicas cayó en la orfandad. Su secretario Osvaldo Mildenberger ni se habla con su ministro Pablo Verani. Éste insinuó su reemplazo al gobernador. No lo logró pero sí existe una derivación: Mildenberger reporta -cada vez más- a González.
Verani y César Barbeito se cruzaron públicamente por el debate salarial. Aquél cerró cualquier opción para lo que queda del 2008 y éste admitió la reapertura de esa discusión con la Unter. Educación y el gremio volverán mañana a paritaria. No habrá ofertas, pero se creará una comisión que concluirá indefectiblemente en el futuro inmediato de los salarios docentes.
El mayor traspié argumental provino de la Justicia. Ese Poder -con la majestuosidad que lo caracteriza- llegará a un alza salarial del 40%, acumulando sus subas para el año. Ningún otro sector público logró más del 30%.
Nación tiene pendiente alzas en las asignaciones familiares y Río Negro usaría esa medida para dilatar otras resoluciones.
La Justicia aventajó a todos. Ni Saiz ni Verani se sorprendieron. El presidente del STJ, Alberto Balladini, conversó y requirió a ambos por los recursos para cumplir con esas remuneraciones. En Hacienda explican que hay margen por la evolución de su partida de personal en la comparación con otros poderes y organismos. Habrá que bucear más esta fundamentación.
Hay otras razones. Fue una concesión para compensar la frustración del STJ por los obstáculos oficiales al convenio del 82% móvil.
Tarde o temprano, la Justicia profundizará expedientes por las operaciones de Río Negro con la droguería Gavazza (proveedora del Yectafer adulterado y, ahora, investigada por troqueles falsos) y también por las compras de los alimentos preelaborados a Flavors-Masily.
¿Se derrumba un discurso? En estos años, el mandatario institucionalizó una retórica cuando llegaban a él con las quejas por "desatenciones" a miembros del STJ o de los órganos de control externo.
"No tengo que pedirles nada, porque no tienen nada para investigarme", fue -palabra más, palabra menos- la respuesta reiterada.
Saiz cumplía y era prescindente de juzgadores y controladores. Si se dieron casos, respondieron a otros canales o, directamente, a funcionales reacciones de la magistratura.
Parece abrirse otra etapa. Emergen causas de la administración Saiz. Y esa situación se advierte. En Casa de Gobierno alimentan nuevos contactos, antes desatendidos.
La investigación en la política también es síntoma de fragilidad del poder. Saiz reunirá entre esta noche y el lunes a los mayores referentes oficialistas para definir los pasos partidarios de esta semana. Tal despliegue es poco habitual.
El oficialismo debe ser algo más que un plan partidario. En todo caso, servirá a todos si se transforma en una ocasión para retomar el perdido sentido de las prioridades.
ADRIÁN PECOLLO
adrianpecollo@rionegro.com.ar