Diego Gutiérrez tiene una forma cancina de hablar, que en nada condice con el ritmo y la velocidad que le imprime cada vez que sube a la moto de enduro. Hoy es el puntero del certamen de APE. Y le sobran méritos. Con 17 años,
mostró un desempeño de menor a mayor, siempre audaz y agresivo.
"Voy primero y a falta de dos fechas, tengo que ganar una y salir segundo en la otra, con eso alcanza", tiró Diego, quien va por el título en la categoría sénior.
¿A cuál apuntás?
-A la que viene en Plottier. La última va en El Bolsón y a Marcos (Giustozzi, campeón 2007 y escolta de Diego este año) siempre le fue mejor. En circuitos trabados tiene mucha habilidad.
¿Cómo te entrenás?
-Salgo a correr, algo de rugby y los fines de semana motos. Tres veces por semana, moto. Casi siempre en Cinco Saltos -su ciudad- y a veces, a Plottier o Cipolletti.
¿Cuánto demanda reponerse de una carrera?
-Los lunes me duele mucho el cuerpo , si no hacés nada lo sentís hasta el miércoles después de cada competencia. Por eso prefiero hacer alguna actividad regenerativa, salgo a correr, trote suave ...
¿Quiénes son tus consejeros?
-Mi papá (Rubo Gutiérrez) y Hugo González, siempre los escucho, saben mucho ... Es mi papá quien me dice que llegando atrás de Marcos (Giustozzi) está bien -Giustozzi larga 15 segundos antes-. Y es papá quien me entrena, sabe mucho de manejo, tiene conocimiento.
Giustozzi cambió de moto en la mitad del campeonato. ¿Temés que si se acomoda mejor pueda significarte un problema?
-El campeonato sigue igual de parejo con esa u otra moto.
¿Cómo es la relación con Marcos?
-La mejor. Hemos ido juntos a carreras del Argentino
Cuando termina cada carrera, vienen las bromas...
-Y, por ahí me cargan por cómo dejo la moto o en el taller por caerme tantas veces
La clave es ser prolijo...
-Ser constante. Mientras pongas todo de vos...
De eso no hay dudas, en cada carrera se nota lo que entregas.
-Fundamentalmente porque después no podes arrepentirse por no haber hecho algo que pudo mejorar tu registro.
A tres meses de cumplir los 18 años, los cabellos desordenados denotan su espíritu intrépido y una forma audaz de conducirse entre alpatacos, jarillas y rocas. Una audacia que lo lleva al título.