GINEBRA, Suiza - En el primer paso de un ambicioso proyecto para comprender los misterios del universo, la Organización Europea de Investigación Nuclear completó ayer con éxito la primera prueba del mayor acelerador de partículas en la historia de la ciencia.
Después de lanzar un haz de protones por un túnel circular de 27 kilómetros a velocidades inconcebibles, dos luces blancas titilaron en la pantalla de una computadora a las 10:36 (0836 GMT), indicando que los protones habían completado el recorrido por el enorme dispositivo de 3.800 millones de dólares.
"¡Allí está!", dijo el líder del proyecto cuando el haz completó la vuelta. Poco después, un segundo haz recorrió el túnel en sentido antihorario. Numerosos científicos se sumaron a la celebración, brindando con champaña en otros laboratorios de todo el mundo.
CERN había empezado a disparar los protones -una partícula subatómica- por etapas una hora antes.
Ahora que el haz de protones recorrió exitosamente el enorme círculo en direcciones horaria y antihoraria, CERN planea disparar dos haces en sentidos opuestos para tratar de recrear las condiciones existentes una fracción infinitesimal después de la Explosión Primordial que según los científicos creó el universo, el tiempo y el espacio.
Estas experiencias serán realizadas por cuatro grandes detectores instalados alrededor del anillo: Atlas, Alice, CMS y LHCb.
Por su parte, el megabuscador Google cambió ayer su logo habitual para recordar la puesta en marcha de la "máquina de Dios", como acostumbra ante cada acontecimiento relevante.
El ministro de Ciencia e Innovación Productiva de la Argentina, Lino Barañao, destacó ayer desde Tucumán la puesta en marcha de la "máquina de Dios" y dijo que el "experimento aporta no sólo a nuestro conocimiento último de la materia, porque hay cosas que no sabemos, sino también al alto grado de tecnología, ya que requiere un sitio de prueba donde los países ensayan instrumental y programas informáticos que luego son aplicables a otras disciplinas".
La "máquina de Dios" se compone de cuatro detectores, dos de los cuales, el Atlas y el CMS, fueron diseñados para estudiar el misterioso bosón de Higgs. En el Atlas trabajan los ocho científicos argentinos: Ricardo Piegaia, Gastón Romeo, María Laura González Silva y Francisco González Pinto, de la Universidad de Buenos Aires (UBA); y María Teresa Dova, Martín Tripiana, Fernando Monticelli y Javier Anduaga, de la Universidad de La Plata (UNLP).
El descrito como el más grande experimento de la historia se produce pese a las objeciones de algunos escépticos que temen que las colisiones de protones pongan en peligro el planeta.
El proyecto organizado por las 20 naciones del CERN ha atraído a investigadores de 80 naciones.
Unos 1.200 son de Estados Unidos, país observador que contribuyó con 531 millones de dólares. Japón, otro observador, es también un gran contribuyente. El aparato está diseñado para acelerar los protones a casi la velocidad de la luz, lo que le permitirá dar 11.000 vueltas por segundo alrededor del inmenso túnel. Durante décadas se han utilizado aceleradores más pequeños para estudiar la composición del átomo.
Menos de cien años atrás los científicos creían que los protones y neutrones eran los componentes más pequeños del núcleo atómico, pero desde entonces se ha comprobado que están compuestos por partículas más diminutas como quarks y gluones y que hay otras fuerzas y partículas.
Los experimentos del CERN podrían revelar más sobre la "materia oscura", la antimateria y posiblemente dimensiones ocultas del espacio y el tiempo.
También podría hallar evidencia de una partícula hipotética -el bosón Higgs- que se cree otorga masa a otras partículas. (AP, AFP, Télam)