La medida del intercambio desdolarizado anunciada ayer por los gobiernos de la Argentina y el Brasil apunta a consolidar el comercio bilateral entre ambos países.

Es positiva tanto para el sector privado como para el sector público argentino.

La idea es fijar un nuevo régimen de cambio con prescindencia de la divisa norteamericana que, sin embargo, permanecerá como patrón de referencia para establecer la paridad entre el peso y el real. Para armar este nuevo esquema se necesitará elaborar una ingeniería financiera con la intervención de sus bancos centrales. No es una tarea fácil. Ponerla en práctica llevará, según distintos especialistas, no menos de tres meses.

Para el sector privado, retirar al dólar como referencia sobre el comercio bilateral, tendrá un beneficio directo sobre las empresas ya que no pagarán las tasas de intermediación en el cambio entre peso-dólar-real y a la inversa, que se ubica en promedio en torno al 3% del valor facturado. Teniendo en cuenta que para el cierre de 2008 el comercio entre Brasil y Argentina se encontrará en unos 30.000 millones de dólares, el beneficio neto para el sector comercial sería de unos 900 millones de dólares por año. Si dudas, este nuevo escenario permite ganar competitividad a las empresas locales frente a las que llegan con su mercadería desde países extra MERCOSUR.

Esta mejora en la competitividad, a su vez, es un paso más para que nuevas empresas puedan incorporarse a la exportación intra MERCOSUR.

Para la administración de Cristina Kirchner, este nuevo protocolo también es algo positivo. Permite no tener que disponer de los dólares que genera el déficit del comercio bilateral que hoy ronda en más de 4.000 millones de dólares anuales.

En un momento donde la Argentina necesita imperiosamente moneda norteamericana para poder cancelar sus compromisos externos (vencimientos de deuda) en los próximos años, este cambio comercial termina por reforzar su posición frente a los acreedores.

JAVIER LOJO

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