Domingo 07 de Septiembre de 2008 Edicion impresa pag. 45 > Cultura y Espectaculos
La historia del tango en una dama de Roca
María de la Fuente, que fue María Mattar, volvió a los escenarios porteños con Las Cancionistas y recuerda aquí sus comienzos, hace más de 75 años, en un patio de Roca. y la página que escribió en la historia de este género, cuando fue la primera en llevar el tango a Japón.

María de la Fuente primero fue María Mattar. Pero no le alcanzó.

Esta historia comienza hace más de 75 años, en un patio en Roca, con una adolescente que canta como los dioses y un hombre que se da cuenta. Y termina ahora, en la peatonal de una Buenos Aires turística y convulsionada, con una mujer despegada de su cuerpo, abrazada por los aplausos y los recuerdos. Que vuelve a jugar a que es famosa.

El patio del comienzo es en una escuela que todavía existe y allí está María, a los 15 años. Roca por entonces era un puñado de calles de tierra y pocas luces, que iluminaban más que nunca para la fiesta de fin de curso.

Y esta noche hay fiesta.

En la multitud, María no parece ser mucho más que una muchacha de ojos hermosos y actitud desafiante. Pero hay que mirar más de cerca. Desde que pudo elegir, María -ojos que embrujan, un cuerpo frágil- se dedicó a estudiar música, piano, a cantar, a que la miren, a que la aplaudan, a que escuchen su voz, y que le digan que es la mejor. Y a esperar una de estas noches, en las que todo eso viene junto.

Por eso María subió despacio el escenario, tranquila, y cantó con su mejor voz.

Recuerda:

-Yo ahí me di cuenta que estaba para algo más...yo sabía que tenía alas para volar, sabía que tenía que lograr que alguien me escuche, que me den una oportunidad...

Lo que siguió después fue una constante en su vida: acomodar al mundo para que gire a su favor.

Esa noche, entre el público, estaba uno de los directivos de la radio LU2 de Bahía Blanca, que tardó dos segundos en acercarse, felicitarla e invitarla a cantar en la emisora de su ciudad. Un par de días después, María había conseguido el permiso paterno, la compañía de una hermana y estaba en camino a probar suerte.

Bahía Blanca no duró mucho, sólo lo suficiente. Fue la primera escala de ese viaje, la primera gran ciudad, las otras luces, un par de actuaciones en la radio y el mismo mantra de siempre:

-Yo sabía que estaba para algo más....

Por eso María se animó y un par de semanas después empezó la otra escala de ese viaje: Buenos Aires.

Sigue recordando:

-Llegué a Buenos Aires con una oportunidad para cantar en radio Belgrano. Cantar en esa radio era como un sueño hecho realidad. No podía desaprovechar esa oportunidad que me dio uno de sus directivos después que yo le rogara que me deje cantar, que me escuche. Y canté frente a él, y me contrató inmediatamente. Por ese entonces no era sencillo, era la gran época del tango, la de las mejores voces, la de las letras que

después harían historia, las canciones que se escucharían de por vida. Pero lo logré.

En 1935, al inaugurarse radio El Mundo, María empezó a jugar en las grandes ligas. Primero formó parte del conjunto de voces femeninas creado para actuar como coro de los cantantes solistas del elenco de la radio y además como número artístico. Así se formó el Cuarteto Vocal Femenino del maestro Eduardo Ferri. Tuvieron éxito, actuaron en varios teatros porteños y hasta salieron de gira por países vecinos.

María por ese entonces tenía 18 años. Y las oportunidades se presentaban una tras otra. La siguiente vino de la mano del director de esa misma radio, que le ofreció

ser cancionista solista: su debut fue como invitada en la orquesta de Julio De Caro. Y allí se quedó más de seis años.

Luego pasó a radio Belgrano, después a radio Splendid con Francisco Marafiotti, grabó a mediados de los 40 con el sello Odeón, intercaló temporadas radiales con actuaciones en cines, en teatros, en revistas, en el país, en Latinoamérica, en Madrid, actuó en tres películas que no le provocan mucho orgullo y, por supuesto, tuvo tiempo para un momento histórico.

A mediados de los 50, el tango ya provocaba lo mismo que ahora en Japón: misterio, fascinación, encanto. La diferencia es que hasta entonces ninguna orquesta argentina

había actuado en vivo en ese país. Hasta que llegaron María y compañía y protagonizaron un verdadero hito para la historia del tango, pues fue la primera "embajada tanguera" que se presentó en vivo allí. Era la orquesta de Juan Canaro, que contaba además, con la voz de Héctor Insúa y parejas de baile. Tuvieron un recibimiento notable, actuaron ante el emperador Hiroito y sembraron la semilla.

Recuerda María:

-Nos recibieron como a verdaderas estrellas, en el viaje del puerto a los hoteles la gente nos saludaba en las calles, tocamos en casi 30 estadios, estaban fascinados con nosotros, conocían las canciones, amaban el tango. Fue una experiencia inolvidable y fue la primera vez que el tango llegó a Japón, después de eso vinieron los otros, después fue más fácil llegar, pero nosotros fuimos los primeros embajadores del tango en aquellas tierras. Ahí estrenamos una versión cantada de La Cumparsita, que fue un verdadero éxito.

Luego a María le pasó la mismo que a muchas cancionistas de esa época dorada del tango: las superó el éxito de los varones. Su nombre fue apagándose detrás del de glorias como Troilo-Fiorentino o D'Arienzo-Echagüe.

Aún así, a ella le queda un orgullo:

-De esa generación, yo fui la cantante que más grabaciones hizo

En los años 70, María decidió dejar la actuación e instalarse en Bahía Blanca. Recién retomaría su carrera en Buenos Aires varios años después, luego de superar un problema en sus cuerdas vocales. De aquellos años, algunos recuerdos: grabaciones con la orquesta de Astor Piazzolla y, ya en los 90, el homenaje del Congreso de la Nación por los 50 años de su gira por Japón.

Y otra vez el silencio:

-Después de eso volví a Bahía un tiempo, hasta que decidí regresar del todo a Buenos Aires, pero no a actuar. Yo pensaba que ya estaba, que nunca más iba a volver a un escenario. Hasta que llegó la propuesta de volver a actuar con estas mujeres, Las Cancionistas.

Las Cancionistas es un trío de voces poderosas que promedian los 80 y pico de años y que forman parte de esas mujeres que reinventaron la forma de cantar tango, que crearon escuela. Las Cancionistas son Elsa Rivas, Nina Miranda y, claro, María de la Fuente.

-Representamos la magia de esa época de los cuarenta. Este espectáculo es una manera de reeditar esos años y mostrarlo a los más jóvenes. El tango tiene mucha importancia para nuestra vida. Eso pienso que lo están entendiendo las nuevas generaciones y aprecian de alguna manera que podemos ser como sus maestras

Estamos a mediados de agosto, Las Cancionistas actúan esta noche, en Florida al 800, en pleno Festival de Tango.

Hay turistas, hay chicos que pasaron a escuchar y hay fans de la tercera edad convertidos en groupies, de esos que las escucharon allá lejos, hace tiempo, que se acuerdan de estas mujeres, de esos que también gritan "geniaaaaaaaaaaa" y cantan las canciones con la misma pasión que las chicas en un show de "Casi Angeles".

Y ahí está María.

Primero una reverencia, después el micrófono, el pulso débil, la mirada húmeda, las palabras justas

-Gracias por esta noche maravillosa, es muy lindo volver a verlos, es un volver a vivir.

Después, los aplausos, las lágrimas, los abrazos, las felicitaciones, la revancha ganada

A más de mil kilómetros de Roca, y a 75 años de distancia, algo queda en claro: María de la Fuente a veces se acuerda de María Mattar. Y vuelve a emprender el viaje.

 

ADRIÁN ARDEN

adrianarden@yahoo.com.ar

Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí