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Cristina y el mundo | ||
La esperanza oficial de que la decisión de saldar por adelantado la deuda con los países del Club de París sirva para que la Argentina se reconcilie con sus acreedores ya se vio frustrada. Aunque representantes de todos los gobiernos extranjeros involucrados y el vocero del FMI se manifestaron complacidos por la medida y coincidieron en que, siempre y cuando se la implemente, se trata de un paso en el sentido correcto, la reacción de los mercados fue negativa, ya que el día que siguió al anuncio el índice riesgo país subió nuevamente y cayeron los títulos públicos. Puesto que cuando de las finanzas se trata la actitud de los mercados suele importar mucho más que la de políticos y funcionarios que se creen obligados a dar una lectura optimista a todo cuanto sucede -incluso cuando el desplome de fines del 2001 era inminente, los voceros de otros países prefirieron minimizar el peligro de que pronto la Argentina declarara el default más grande de la historia-, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner no puede sino sentirse decepcionada por el impacto de un anuncio que creyó destinado a cambiar radicalmente la relación del país con el resto del mundo. Claro, en esta ocasión, el gobierno tuvo mala suerte. Cristina difundió la noticia justo cuando los mercados financieros del mundo experimentaban uno de sus espasmos periódicos, con el resultado de que pocos se interesaron por la eventual reincorporación de la Argentina a las filas de los "países normales". Según las pautas internacionales, el dinero en juego -6.706 millones de dólares de acuerdo con Cristina, 7.900 millones conforme al Club de París- no es tan grande, de suerte que su incidencia en las finanzas de los países acreedores no será muy significante. Con todo, el que los mercados no se hayan manifestado del todo impresionados puede tomarse por una advertencia de que en una etapa signada por turbulencias financieras nos será más difícil hacer buena letra de lo que sería si imperara la estabilidad. En circunstancias como las actuales, todos los países "emergentes" son considerados riesgosos por quienes manejan el capital y buscan la seguridad que a su entender sólo pueden garantizar Estados Unidos y, en menor medida, el Japón y los miembros más confiables de la Unión Europea. Se trata de una realidad que fue subrayada por las alusiones de los especialistas extranjeros a la necesidad de que la medida anunciada por Cristina se vea acompañada por otras que desde el punto de vista de los oficialistas serían decididamente más drásticas, como alcanzar un arreglo con quienes no aceptaron el canje propuesto por el en aquel entonces presidente Néstor Kirchner -están reclamando aproximadamente 30.000 millones de dólares, aunque casi todos se conformarían con bastante menos- y resignarse a que el FMI inspeccione las cuentas nacionales. Mientras el gobierno siga negándose a tomar en serio los derechos de los "holdouts" y se resista a permitir que el FMI audite las finanzas del país como debería suceder en todos los países miembros, entre ellos la Argentina, los grandes inversionistas continuarán dándonos la espalda. Parecería que la decisión de adelantar el pago de la deuda con el Club de París fue impulsada por los rumores sobre un nuevo default que circulaban en Wall Street y otros centros financieros y también por la conciencia de que "el modelo" necesitaba de manera urgente la inyección de más capitales, pero sucede que los pesimistas preveían que las dificultades se harían insostenibles en el 2012 ó 2013, no en el corto plazo. Estiman que si el gobierno continúa falsificando las estadísticas, manteniendo un sistema sumamente complicado de subsidios, prohibiendo esporádicamente la exportación de carne y granos, negándose a negociar con los tenedores de bonos y así por el estilo, para entonces llegará un momento en que todo estalle. O sea, tratan de pensar estratégicamente cuando, como es notorio, los Kirchner están acostumbrados a pensar sólo en lo que podría ocurrir la semana próxima. El cortoplacismo así supuesto llevó al país a su situación actual y, desgraciadamente para el gobierno, mejorarla requeriría mucho más que algunas noticias impactantes que produjeran un revuelo pasajero después del cual los preocupados por el futuro a mediano plazo se dieran cuenta de que en verdad muy poco ha cambiado. | ||
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