Javier Moreiro no soltó ninguna lágrima, pero estuvo cerca. Y vaya si tenía sus motivos. Fue grande el desafío que asumió cuando decidió entregarle uno de los autos del Patagonia Racing a Gabriel Ponce de León, quien ayer logró la primera "pole" para el equipo.
Moreiro vivió la clasificación con un cronómetro apretado en una de sus manos. Subió y bajó mil veces de la casilla de los tiempos del equipo.
Cuando la "pole" era historia, se relajó. Hubo un abrazo prolongado con el piloto y después declaró que "era una responsabilidad darle un auto competitivo a Gabriel. Por suerte, cumplimos. Esto es fruto del trabajo que hace todo el equipo en el taller".