Viernes 05 de Septiembre de 2008 Edicion impresa pag. 34 > Sociedad
Homenaje a los que llegaron hace 50 años
Seis chilenos y un italiano, residentes en Bariloche desde hace medio siglo, recibieron un diploma de la delegación de Migraciones en el acto anual.

SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- La delegación local de Migraciones organizó ayer el acto anual por el Día del Inmigrante y distinguió con un diploma de honor a los extranjeros que cumplieron 50 años de residencia en el país.

En esta oportunidad fueron sólo siete las personas distinguidas y volvieron a ser mayoría los chilenos, con seis representantes, y sólo homenajearon además a un italiano residente en la ciudad. Surge evidente de este dato que la década del 60' en el siglo pasado marcó el fin de la inmigración europea, por lo menos la masiva, porque año a año siguen llegando inmigrantes a esta ciudad, desde lejanos países como Rusia, Alemania y España.

Luego del tradicional izamiento de Bandera, al que otorgó brillo y emoción con sus interpretaciones la Banda de la Escuela Militar de Montaña, la ceremonia se realizó en la biblioteca Sarmiento, situada en el Centro Cívico, con la presencia de funcionarios nacionales, provinciales y municipales, legisladores y concejales, y el sacerdote que representó al obispo Fernando Maletti, quien leyó un comunicado de la Pastoral de Migraciones y un mensaje del Papa Benedicto XVI referido a esa crítica problemática en el mundo. También se refirió a esa realidad en su discurso el intendente Marcelo Cascón, y leyeron el saludo del delegado local de Migraciones, Diego Puente, quien se encuentra en Valdivia participando de la reunión del Comité de Fronteras.

Hubo banderas y delegaciones de todas las colectividades y más de 100 asistentes entre homenajeados, familiares y autoridades, que en la voz del segundo responsable de la Delegación, Ignacio Santos, escucharon el mensaje del Director Nacional de Migraciones y disfrutaron de los números artísticos preparados para la ocasión.

 

Fomento histórico

 

La celebración encuentra antecedentes en la evocación del primer decreto del gobierno argentino sobre el fomento de la inmigración, publicado el 4 de setiembre de 1812. Ese documento, que suscribieron Feliciano Chiclana, Juan Martín de Pueyrredón y Bernardino Rivadavia, definía a la población como "el principio de la industria y el fundamento de la felicidad de los estados", y convenía en incentivarla "por todos los medios posibles". A los inmigrantes que se dedicaran a cultivar los campos les prometían "terreno suficiente" y auxilio para sus establecimientos rurales, y a quienes quisieran aplicarse a la minería, facilidades para introducir los elementos necesarios para la extracción de los productos.

La Argentina siempre fue receptora de inmigrantes. En la Constitución de 1853 y en las sucesivas se mantuvieron las garantías para que pudieran ejercer su industria, comercio y profesión todos los extranjeros, poseer bienes raíces, navegar los ríos y ejercer su culto. También desde la primera Carta Magna se mantuvo el deber de fomentar la inmigración europea con la prohibición de imponer gravámenes al ingreso de aquellos que tuvieran por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias e introducir y enseñar las ciencias y las artes.

El vino de honor fue servido en la Sala de Prensa de la Municipalidad local, que lleva el nombre de Isabel Moreiras, una inmigrante española que vivió casi toda su vida en esta ciudad y ejerció el periodismo hasta el día de su muerte.

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