| ||
Guerra no tan fría | ||
Desde que el ejército ruso invadió Georgia, en todos los centros de poder se habla del inicio de una nueva "guerra fría" entre el Occidente, encabezado por Estados Unidos, y la parte principal de la ex Unión Soviética, aliada coyunturalmente con países como Irán y Venezuela. Aunque es cierto que las relaciones entre Rusia por un lado y Estados Unidos y la Unión Europea por el otro han empeorado muchísimo en el transcurso de las semanas últimas y pocos días pasan sin que se intercambien amenazas, la situación actual es, por fortuna, muy distinta de la imperante antes del colapso de la Unión Soviética. Para comenzar, el país heredero de la URSS dista de ser una superpotencia: la economía rusa es más chica que la de España y el ingreso per cápita es inferior al nuestro. Tampoco representa el régimen ruso una teoría política con muchos adherentes en el resto del mundo: como fuerza movilizadora, la propensión de muchos tanto aquí como en el resto del mundo a simpatizar con cualquier país que se oponga a Estados Unidos es decididamente menos potente de lo que era el comunismo. Asimismo, la conducta de Rusia en el Cáucaso, donde además de impulsar un proceso de "limpieza étnica" acaba de reconocer la independencia de dos enclaves separatistas de Georgia, Osetia del Sur y Abjasia, acaso con el propósito de anexarlos -sin tener la menor intención de hacer lo mismo con Chechenia-, no puede ser aprobada por otros países puesto que casi todos incluyen regiones habitadas por minorías étnicas o religiosas de aspiraciones secesionistas. En cuanto a la novedosa doctrina rusa según la que Moscú tiene derecho a hacer cuanto sea necesario para defender a sus ciudadanos residentes en el exterior, todos los países vecinos la han tomado por una amenaza intolerable, de ahí el deseo de Ucrania de incorporarse a la OTAN lo antes posible. Si bien Rusia es un país pobre, de economía poco productiva, que está plagado de gravísimos problemas sociales ya que pierde población a un ritmo vertiginoso, sus reservas de petróleo y gas le permiten chantajear a los europeos occidentales y a sus vecinos inmediatos, entre ellos Ucrania. Con todo, se trata de un arma de doble filo, puesto que la economía rusa depende de la exportación de energía. Aunque esté en condiciones de desatar una recesión y hasta una depresión en Europa negándose a venderle petróleo y gas, si lo hiciera, la economía rusa se vería golpeada al disminuir como consecuencia sus propios ingresos. Los más preocupados por el riesgo planteado por la voluntad rusa de aprovechar el arma energética -como ya ha hecho en diversas ocasiones para castigar a Ucrania y Georgia- son los alemanes, cuya resistencia a ofender a Moscú hace más difícil que los países de la UE cierren filas en torno a sus vecinos orientales. Pero últimamente han adoptado una postura más firme por entender que dejar que los rusos cambien el mapa de Europa manu militari sería aún más peligroso de lo que sería correr el riesgo de sufrir una crisis energética gravísima. El aparente resurgimiento ruso se debe casi por completo al aumento espectacular de los precios del petróleo y el gas, pero la experiencia de los países de la OPEP mostró que a la larga es contraproducente intentar aprovechar políticamente tales ventajas que brinda la naturaleza. Luego del período de desconcierto y dificultades económicas que siguió al shock petrolero, las naciones desarrolladas reaccionaron con políticas energéticas encaminadas a hacer más eficiente el consumo, con el resultado de que los precios no tardaron en bajar. Además, se hizo viable utilizar reservas cuya explotación se consideraba demasiado costosa antes de que la OPEP se pusiera a manipular los precios. Es virtualmente inevitable que esto ocurra nuevamente. En efecto, en los mercados internacionales el precio del crudo ha caído luego de alcanzar niveles similares a los registrados en los años setenta del siglo pasado a causa de la menor actividad económica en muchos países ricos. De continuar la tendencia así supuesta, países petroleros como Rusia, que apostaron a que en adelante sus exportaciones energéticas les garantizaran ingresos muy altos, pronto se encontrarán en apuros, lo que servirá para reducir el entusiasmo que sienten sus líderes por una nueva "guerra fría" contra el mundo capitalista. | ||
Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí | ||