Miércoles 03 de Septiembre de 2008 Edicion impresa pag. 08 y 09 > Regionales
Lugones: "Ése era el narigón Ragni; nos conocíamos sin mirarnos"
Revelador testimonio sobre el único caso de desaparición que se ventila en la causa. El testigo contó que fue trasladado desde La Plata en un avión de línea por Farías Barrera.

NEUQUÉN (AN/ACE).- "Ese era el narigón Ragni", dijo David Lugones, cuando dio precisiones a los jueces sobre por qué, aún vendado y esposado, después de una noche de tortura, supo -por la voz y la forma de expresarse- que su compañero de juegos también estaba ahí, en "La Escuelita".

Lugones se presentó ayer para dar testimonio de que Oscar Ragni (hijo), quien continúa desaparecido, estuvo detenido en el centro clandestino de Neuquén en diciembre de 1976. Reconoció su voz y lo que dijo, y vio prendas que sólo le había visto a quien fue su compañero de básquetbol."Conocíamos nuestro juego sin mirarnos, era pivote y pasaba la pelota al estilo de Cabrera", remató.

Ante los jueces, Lugones también dio detalles de cómo uno de los imputados que no está en la sala, Luis Alberto Farías Barrera, lo trasladó detenido en un avión de línea desde Buenos Aires a Neuquén para someterlo aquí al interrogatorio bajo tormentos en el centro clandestino La Escuelita. El periplo se inició con su secuestro en La Plata, cuando estuvo desaparecido por más de una semana en comisarías donde le hacían preguntas por una denuncia anónima que vino de Neuquén.

Allí le hicieron firmar una declaración con la venda puesta, y aunque no lo recordaba, ayer la vio por primera vez porque el documento se logró de la desclasificación de los archivos de la Dipba (la dirección de inteligencia de la policía bonaerense) que remitió al Tribunal Oral la Comisión por la Memoria de Buenos Aires.

En 1976 Lugones era estudiante de medicina, y participaba del centro de estudiantes, pero en La Plata con las manos atrás y una venda en los ojos "me preguntaron quién pagaba los viajes en avión y mi carrera, y pedían por unos panfletos del ERP que ellos decían que alguien había visto que se me habían caído en la vereda en Neuquén. Yo me tranquilicé y pensé que no iba a haber problemas, porque nada de eso era cierto", dijo.

Luego fue trasladado a la U9 de La Plata y puesto a disposición del PEN. Describió los terribles castigos a los que fue sometido durante varios meses, antes de conocer al mayor Luis Farías Barrera, quien cuando lo fue a buscar a la Capital para traerlo a Neuquén, en el aeropuerto de Buenos Aires le advirtió que aquí en el Alto Valle "iba a ver cómo era la cosa".

Cuando llegó a Neuquén, Lugones fue llevado a la cárcel neuquina y de allí al centro clandestino de detención clandestino en los fondos del batallón, donde sufrió la picana eléctrica bajo el mismo interrogatorio que le habían hecho ocho meses atrás en La Plata.

En el juicio de ayer, del otro lado del blíndex, Oscar Ragni (padre) reconoció a su hijo en el relato de ese amigo de 19 años, buscó un poco de aire para calmar el dolor que se atragantó en su garganta y luego sonrió cuando recordó en el gesto de Lugones el juego de básquet de su hijo. Después no hubo razón para gestos amables.

Lugones le dijo al tribunal que los primeros meses de la democracia volvió a "La Escuelita" donde recorrió su lugar de cautiverio con otras víctimas, refirió los años de búsquedas de pruebas y presentaciones ante la Justicia y lo importante que fue para los sobrevivientes y sus familiares, la contención que lograron del obispo Jaime De Nevares, de Noemí Labrune y la APDH neuquina, y la comunidad y amigos que acompañaron el reclamo de Justicia.

"Esta vez sentí más nerviosismo, tal vez porque sea mi última declaración ante la Justicia y traté de ser más preciso", dijo Lugones al término de la audiencia ayer. Destacó que fue la primera vez que declaró "con los imputados en frente" y que mientras dio cuenta de su cautiverio y periplo "pensé qué pensarían ellos cuando uno decía la verdad. Por eso les dije: señores, aquí está Inés Ragni, denle la respuesta que necesita".

Durante su declaración en la Justicia, Lugones miró a los acusados que siguen las audiencias y les pidió, que "como responsables" de lo ocurrido "den las respuestas que se necesitan. Ojalá por un momento sean hombres libres si es que les queda algo de conciencia", recomendó.

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