ROCA (AR) - En el enorme taller de 1.700 metros cuadrados, cincuenta operarios trabajan a destajo en plan de terminar las cuatro líneas de empaque para frutas de pepita y carozo que Metalúrgica Río Negro debe entregar en los próximos meses. Se escucha el ruido persistente de los martillos neumáticos, se ven los destellos de los sopletes, mientras aquí y allá cada pieza se ajusta y nadie parece tener un segundo para perder. En la planta alta, en la oficina donde se proyectan los equipos pedidos, el ritmo también es frenético: hay clientes de Neuquén, Río Negro, Mendoza, Chile, Brasil, Perú y Uruguay que esperan ver el boceto de la máquina que pidieron.
-Un boceto no significa que vayamos a hacer la máquina. Es sólo el primer paso. Tenemos que visitar el espacio donde el cliente quiere instalarla, evaluar el movimiento del galpón, escuchar sus necesidades, imaginar la línea de empaque, ajustar cada detalle con el interesado, presupuestar y recién ahí puede ser que el trato se cierre. O no. La mayoría de las veces no pasa nada. Pero si de 40 consultas se firman cinco contratos eso quiere decir que tenemos mucho trabajo. Por suerte, es lo que nos viene pasando en los últimos años -dice Raúl Beinaravicius, propietario de la fábrica, mientras camina y muestra cada tramo del desarrollo de sus productos: hidroinmersores, volcadores de bines, transportadores de cintas, calibradoras electrónicas por peso, volumen, color y defecto, túneles de secado con aire caliente y elevadores de fruta, entre otros. Cuando es necesario por la complejidad del proyecto, la metalúrgica se asocia con otras empresas.
Beinaravicius es tornero. Aprendió el oficio de su padre, un herrero que escapó de su Lituania natal a los 20 años para eludir el horror de la Segunda Guerra Mundial. Al entrar al país, perdió su apellido original y se convirtió en Bruno Beinarovich, ya que así lo anotó el empleado de Migraciones. Pero un juez consideró que era necesaria una segunda traducción y se convirtió en Beinaravicius. Primero probó suerte en el norte y luego un empleo en el ferrocarril lo trajo hacia el sur: elaboraba piezas que servían de apoyo a la estructura de las vías. Y en el Alto Valle que lo deslumbró decidió quedarse a vivir. Se enamoró de otra inmigrante, Rosa Bustelo, una española de Cadiz. Tuvieron seis hijos. Raúl es uno de ellos.
-Acá tenía mucho trabajo con los sulkys, los arados, las chatas; en esos tiempos en que todo estaba por hacerse a un buen herrero le sobraban los clientes. Y a mí me sobraban ganas de aprender viéndolo trabajar -cuenta Raúl.
¿Cómo llegó el hijo del herrero a estar al frente de Metalúrgica Río Negro? Así lo explica: "Yo tengo segundo año de escuela industrial. Después del servicio militar, en 1961, entré a Imepa, una empresa que fabricaba máquinas para líneas de empaque. En 1975, cuando se disuelve, nace Tecindal e ingresé como supervisor y socio con una participación chica. En 1985 me decidí a fundar mi propia empresa. No me puedo quejar..."
Le gusta destacar que toda la familia participa: "Nos movemos en equipo. Mi mujer, Aurora Clari, se ocupa de los bancos, el correo y las compras. De nuestros hijos, Adriana, está en la parte de proyectos, presupuestos y compras y Claudio a cargo de los proyectos y la fabricación. Yo coordino, armo presupuestos y proyectos. Y visito clientes y vendo".
Para el empresario, uno de los problemas más graves es la falta de mano de obra: "No hay gente especializada para desarrollar algunas ideas con más tecnología. No hay ingenieros mecánicos, no hay técnicos mecánicos para el área de diseño. Yo tengo cuatro personas ahí, me hace falta más gente y no la consigo. Y hace dos años que busco un supervisor de fabricaciones..."
Le preocupa la situación económica: "Hay inseguridad en un mercado sin precios uniformes. El régimen vigente no permite moverse con previsibilidad y nos obliga a poner una cláusula de ajuste en los contratos, nadie sabe cuánto van a valer las cosas en uno o dos meses". También cree que las pymes necesitan financiamiento: " El que hay se consigue al 24 % anual. Y el del Banco Nación, al 12% anual, es muy complicado obtenerlo".