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	Raúl Radonich. Fue uno de los primeros que reconoció "La Escuelita" donde estuvo detenido.

NEUQUÉN (AN) - "Utilizaban cables en la sien para pasarme electricidad... Ya cansado, agitado, perdía mucha sangre por la boca, porque -involuntariamente- sacaba la lengua y las mandíbulas se contraían -se mordía- y por eso sangraba". Raúl Esteban Radonich relató cómo lo torturaron en "La Escuelita", donde estuvo detenido desde el 13 al 19 de enero del '77, dio un panorama del funcionamiento del centro ilegal de detención que funcionó en el predio del Ejército y cómo lo amenazaron para que no contara su traumática experiencia.

En medio de una sesión de tortura -sufrió más de una-, contó que alguien le puso la mano en pecho, a la altura del corazón, en clara acción de un control a cargo de un médico. En todo momento estuvo con los ojos vendados, "salvo cuando -en esa sesión y luego de las otras-, ordenaron que me llevaran al baño para que me higienizara". Después de ser sometido a los tormentos narrados, una madrugada lo dejaron en la ruta, cerca de Senillosa. Pero se cuidaron de advertirle: "si hablás... vos sabés cómo operamos nosotros, vamos y le ponemos una bomba a tu familia".

Le remarcaron que "no se olvidara lo que había pasado y que levantara la denuncia que habían puesto en la Federal" su padre y su hermana, cuando trataban de dar con él. Le hicieron otras recomendaciones, como que se cuidara de aquellos con quienes se juntaba, pero cuando preguntó si podía seguir estudiando -cursaba la carrera de Psicología, en La Plata-, le dijeron que sí. Lo que efectivamente hizo, pero debió cambiar a ciencias contables.

Radonich ya tenía referencias de lo que finalmente resultó ser "La Escuelita" porque cumplió el servicio militar en el cuartel vecino al Regimiento.

Señaló que los soldados que venían del Batallón relataban que a es lugar llevaban "subversivos de Tucumán" y que una vez un soldado fue reprendido porque, sin saberlo, cortó camino y vio un vehículo que se dirigía al centro de detención.

Posteriormente, el testigo integró la comisión de derechos humanos en la que, junto a otros ex detenidos-secuestrados, hizo un reconocimiento del centro de detención, ya en período democrático.

"Reconocí el agujero en el techo, yo ocupaba un camastro que estaba justo debajo de él. Yo no veía, porque estaba vendado, pero escuchaba cuando el guardia cargaba el fusil y subía -por la escalera-" a la torreta que muchas víctimas señalan.

Radonich señaló que estando como conscripto observó que se registraba el ingreso de un grupo de militares de otras unidades al Batallón. "Posteriormente me di cuenta que eran quienes venían hacer guardia" a "La Escuelita". Radonich señaló que conocía a Oscar Ragni, aún desaparecido, que "era mi amigo" y que habían compartido actividades deportivas. Le preguntaron ¿dónde está Ragni? "Conteste que detenido y me dijeron: no, boludo, se fue con los montoneros".