-Ochenta y una mujeres asesinadas por parejas, ex parejas o conocidos en seis meses; dos mujeres asesinadas cada cinco días en la Argentina... los números reales son muy superiores, ¿no?
-Sí, por supuesto. Sólo tenemos los asesinatos que salieron en algunos medios; no relevamos todos los medios de comunicación ni abarcamos todo el territorio. Amnistía no tiene los recursos necesarios para hacerlo. Lo que tenemos es una muestra muy pequeña. No hablamos de esas mujeres que, por ejemplo, están en coma en un hospital después de una paliza y que luego mueren, puesto que esas muertes no salen en los periódicos. Además, hablamos exclusivamente de violencia en el ámbito familiar. Porque hay violencia de género en otros ámbitos, como el laboral, la calle y otros lugares donde las mujeres sufren otro tipo de violencia que incluso las lleva a la muerte.
-¿Qué lectura hace de esta cifra?
-Lo que queremos demostrar con estas cifras -que lamentablemente esconden un número mucho mayor- es la necesidad de que la Argentina cuente con un sistema estadístico nacional que nos dé una cifra más real del estado de la violencia de género en este país. Denunciamos la falta de un sistema estadístico nacional que refleje todas las formas de violencia hacia la mujer. Este déficit muestra dos cosas: primero, la falta de interés del Estado en erradicar este problema y segundo, que no se pueden implementar políticas eficaces sin tener datos básicos.
-Es muy difícil no ver este fenómeno como algo global. Lo padecen mujeres de países desarrollados y subdesarrollados y de todas las clases sociales del mundo. Hay países que aplican políticas y los femicidios continúan. ¿Qué falta?
-Amnistía intenta no comparar un país con otro. Nuestra preocupación es la violación de los derechos humanos allí donde ocurran e intentamos que no se cometa en ese lugar concreto. Para tener políticas efectivas hay que tener datos. Como tú dices, el problema de la violencia de género es un problema mundial. La violencia de género abordada con medidas efectivas concretas ayuda; ayuda tener refugios, ayuda capacitar a policías... una serie de medidas que Amnistía Internacional presentó en un plan de 14 puntos. Pero también se combate mano a mano con una lucha en pos de la igualdad de género. El caldo de cultivo de la violencia de género es la discriminación de la mujer, por eso es un problema global.
-Hay violencia en distintos ámbitos: familiar, laboral, escolar. Este último es uno en el cual el Estado debería tener intervención concreta, pues la escuela puede dar herramientas para modificar pautas culturales familiares arraigadas. ¿Cómo se debería trabajar este tema en los colegios?
-Cuanto más efectiva sea una sociedad para combatir la discriminación hacia la mujer, más efectiva será para combatir la violencia hacia las mujeres. En noviembre del año pasado hicimos un informe titulado "Violencia doméstica, un problema de Estado" y en ese marco presentamos el plan de 14 puntos. Este año decidimos tomar cuatro de esos 14 para exigir que se los implemente con urgencia: el primero es contar con estadísticas oficiales; el segundo, implementar una mesa nacional de género; que los líderes -desde la presidenta a los intendentes y referentes barriales- digan que la violencia de género no va a ser tolerada por el Estado argentino en tanto violación de un derecho humano y cuarto, la revisión del currículo escolar.
-¿Educar a los educadores?
-Amnistía pide nada más que aquello que el Estado argentino se comprometió a cumplir a la hora de firmar tratados internacionales. De modo que lo primero que hay que revisar en este ámbito es el contenido, el qué está diciendo la escuela al respecto, qué cosas se dicen allí de la mujer, de sus derechos, del papel que debe tener en la sociedad. La escuela no debe ser un lugar donde
se repitan o se inculquen estereotipos de género que den lugar a la discriminación hacia las niñas. Entonces deben revisarse los currículos educativos y, segundo, la violencia que sufren las niñas, adolescentes y adultas en ese ámbito debe ser sancionada de modo concreto. El código disciplinario de la escuela debe contemplar sanciones cuando, por ejemplo, un niño acosa a una niña, la toca, le dice "Qué grandes son los pechos que tienes" o "Lo que te haría", etcétera, etcétera. ¿Qué hace un maestro que ve o sabe que ocurrió esa situación? ¿Qué medida va a tomar? El Estado tiene que dar una señal de que eso no va a ser permitido y, si ocurre, va a ser sancionado. Si el chico aprende que eso está mal, lo sabrá para siempre. La escuela debe ser un ámbito donde las mujeres se sientan seguras. Está demostrado que si una mujer sufre durante su tránsito por el sistema educativo es altamente probable que eso la vuelva vulnerable a futuro, puesto que una mujer sin educación lo es.
-El informe señala el déficit de políticas del Poder Ejecutivo. ¿Qué hay con respecto a los otros poderes? Aquí hay responsabilidades compartidas: el Poder Legislativo, el Judicial... También la Policía aparece como un gran problema.
-Sí, desde ya. Las responsabilidades son compartidas. Entre los 14 puntos que consideramos está la capacitación de funcionarios del Estado. Hay medidas que toma el Estado pero que son parches, y lo que falta es una visión global, un plan de 15 años, por ejemplo; un plan bien presupuestado, con dinero, con gente capacitada.
-La Policía es uno de los primeros ámbitos a los que una mujer acude y muchas veces no es escuchada. Pienso en el dramático caso de Tucumán...
-Cuando hablamos de capacitación de la Policía, decimos que a sus miembros se los debe educar en el conocimiento de los derechos humanos y de los deberes que sus integrantes tienen como funcionarios del Estado. En muchos casos hay personas que no saben qué hacer... reciben a una mujer víctima de violencia doméstica con las heridas abiertas ¡y no saben qué tienen que hacer! (N. de la R.: este diario denunció esta situación con un ejemplo en la comisaría de Roca en el blog Hijas de Eva). El Estado debe procurar dar una capacitación profesional. Muchas veces la mujer denuncia, situación que la pone en una situación de mayor vulnerabilidad. Se acerca al Estado y se cae al vacío. Hay mujeres que denuncian después de años y, cuando se deciden a hacerlo, no tienen a alguien del otro lado que tome las medidas adecuadas para que se sienta protegida. Y aquí aparece la mujer de Tucumán, que hasta fue a la televisión para denunciar que se sentía amenazada y terminó muerta. Ella no sabía a quién dirigirse para sentirse a salvo, fue a los medios y terminó asesinada. ¿Cuántas mujeres viven en esa angustia? ¡Cuántas más tienen que morir!
-Acá hay otra preocupación, la que planteaba Michael Foucault cuando se preguntaba quién vigila al vigilante.
-Nosotros insistimos en que los líderes políticos hablen públicamente de este tema. Tienen que dar un mensaje claro a la sociedad. Si un policía no recibe la denuncia de una mujer golpeada... La voz de la presidenta llega muy lejos; si la presidenta, los ministros, los gobernadores salen en todos los medios diciendo que el Estado argentino no va a tolerar que exista violencia de género, el policía quizá se entere de ello, o una mujer, escuchando el noticiero. Claro que detrás de eso tiene que haber un plan que la contenga. Nosotros decimos: la violencia de género es un problema de Estado, desde la máxima autoridad a la mínima. Es el Estado en conjunto el que le está fallando a la mujer que sufre violencia. Es difícil entender esta inacción. Hace falta un plan coordinado. Lo que hay no es suficiente; son parches.
-Después de dar a conocer el informe, ¿ha habido algún cambio desde la órbita oficial, alguna reacción, algún gesto?
-La verdad es que no. Enviamos, por ejemplo, cartas a la presidenta y al ministro de Educación sugiriendo hacer esas reformas en la escuela que le mencioné y nunca recibimos respuestas. Nunca.
Cifras de espanto para reflexionar. Debido a la falta de estadísticas o monitoreos oficiales y públicos sobre violencia de género, en enero de este año Amnistía Internacional comenzó a relevar los casos de violencia machista publicados en algunos medios de comunicación impresos y on-line del país. Los datos relevados del 1º de enero al 31 de julio de 2008, que sólo muestran una parte del problema, son los siguientes.
" 1,58 casos de violencia contra la mujer (violencia doméstica, en el ámbito laboral, en la calle) por día. Esto supone que semanalmente 11 mujeres sufren algún tipo de violencia.
" Un caso de violencia física (agresiones o muerte) cada 1,6 días. Esto supone que cada tres días dos mujeres sufren violencia física que, en algunos casos, implica la muerte.
" Un caso de violencia sexual (agresiones o muerte) al día.
" Un caso de violencia doméstica (agresiones o muerte dentro del ámbito de la familia o unidad doméstica) cada 1,3 días. Esto supone que cada cinco días cuatro mujeres son víctimas de este tipo de violencia.
" Una mujer muere a manos de su pareja, ex pareja o un miembro de su entorno familiar cada 2,6 días. Esto supone que cada cinco días dos mujeres son asesinadas por violencia doméstica.
" 81 mujeres fueron asesinadas por su pareja, ex pareja o un miembro de su entorno familiar.
SUSANA YAPPERT
sy@fruticulturasur.com