GOTTINGA (Alemania) (Télam).- La aparición de "La cámara oscura", nuevo libro del premio Nobel Günter Grass en el que retoma su autobiografía y rinde tributo al argentimo Julio Cortázar, ha pasado desapercibida para las páginas culturales de los principales diarios alemanes.
La obra es una continuación de las memorias del escritor, comenzadas hace dos años en el escandaloso "Pelando la cebolla", donde el autor de "El tambor de hojalata" confesaba sesenta años después 60 años su alistamiento juvenil y voluntario a las Waffen-SS.
Aquella confesión causó un revuelo considerable dentro y fuera de Alemania, donde Grass se había constituido en una especie de conciencia nacional socialdemócrata.
Pero quien espere grandes revelaciones se verá defraudado: el nuevo libro se acerca mucho a la realidad pero no puede ser considerado la continuación de los recuerdos de juventud de Grass.
La obra comprende el espacio de tiempo entre los años '60 y '90 pero es muy personal, casi íntima, y de una gran versatilidad literaria, se diría que con una pizca de estilo fantástico o misterioso.
Lejos del escándalo, en su nuevo libro el premio Nobel de Literatura se dedica a contar ante todo historias de familia y, de paso, entabla una suerte de encuentro a destiempo con el argentino Julio Cortázar, con quien coincide en su visión de la fotografía,según el diario español El País.
La tentación de ver en "La cámara oscura" una continuación de Pelando la cebolla -libro que generó un escándalo por la revelación de que Grass había sido miembro de las SS- es evidente, al igual que la de ver la obra como una autobiografía.
El personaje central es un escritor cuyas obras tienen los mismos nombres que las obras de Grass. Sus hijos, que son los que van contando la historia, tienen otros nombres distintos a los reales, pero coinciden en el número y en la profesiones.
Sin embargo, hay un elemento fantástico que desbarata la idea de que la obra es una mera autobiografía: una cámara fotográfica -la box- que, como explica un personaje, ve cosas que no están ahí, cosas que ocurrieron antes o que ocurrirán más tarde o cosas que desean los personajes fotografiados.
A los lectores probablemente les resulte inevitable pensar en dos cuentos de Cortázar: "El apocalipsis de Solentiname" y, sobre todo, "Las babas del diablo", texto del que partió el italiano Michelangelo Antonioni para rodar su película "Blow up".
En ambos relatos, la cámara de un fotógrafo descubre verdades horribles que no se ven con la mirada natural. En un caso porque ve de manera más honda y en otro debido a que, como la box del libro de Grass, es profética.
El libro está dedicado a la fotógrafa Maria Rama -muerta en 1977-, presunta propietaria de la cámara mágica y a quien Grass pone en su boca una explicación de las particularidades del aparato.
La cámara, explica, se volvió loca durante la guerra al ser la única superviviente de un taller de fotografía después de un bombardeo. Maria Rama colaboró durante muchos años con Grass y en el libro se le atribuye, incluso, el haber tomado fotos de la Edad de Piedra y de la Edad Media para que el escritor pudiese ambientar mejor episodios de su novela "El rodaballo".