Sábado 30 de Agosto de 2008 Edicion impresa pag. 41 > Policiales y Judiciales
Se suicidó la esposa del dueño del laboratorio del Yectafer adulterado
Se tiró al paso del tren. Había estado imputada en la causa

Otra muerte vinculada a los laboratorios, esta vez toca de cerca una causa rionegrina. Se conoció el suicidio de la esposa del propietario de un laboratorio que había comprado citrato de hierro, un producto que -si bien es de uso veterinario- se habría utilizado para consumo humano. Todo indica que es el hierro usado en el "Yectafer", que habría provocado la muerte de Verónica Díaz en Viedma. La mujer había sido imputada inicialmente en la causa que tramita el juez federal Norberto Oyarbide, pero luego fue absuelta por falta de mérito.

Se trata de Alicia Beatriz Panatti. El suicidio trascendió ayer, pero se habría producido el 15 de marzo pasado cuando se arrojó a las vías de un tren en Buenos Aires, según informó el diario La Nación.

Como se recordará, el Yectafer fue un medicamento utilizado para combatir la anemia, cuyo uso provocó la muerte de dos personas en 2004 y enfermó a decenas de pacientes.

Verónica Díaz, de 22 años, de Viedma y una mujer de 69 años de Entre Ríos fueron las víctimas fatales.

El diario señala que en esa investigación fueron procesados con prisión preventiva una docena de personas, mientras que otra se encuentra prófuga. La Cámara de Apelaciones confirmó la mayoría de estos procesamientos, aunque excarceló a los acusados al entender que no había riesgo de que se fugaran o de que entorpecieran la causa.

La Nación precisa que, al seguir la cadena de comercialización de la droga, la Justicia descubrió que una organización fabricaba el medicamento falso y lo envasaba en cajas, de modo de imitar las de un laboratorio de primera marca, que tenían fecha de vencimiento en octubre de 2006. La droga se vendía al mismo precio que el medicamento original.

Los investigadores descubrieron que algunos integrantes de la organización fabricaban el producto, que

otros lo comercializaban y otros lo distribuían en farmacias y droguerías de modo de introducirlo en la cadena minorista.

Comprobaron que las empresas, incluso, tenían documentación respaldatoria de la comercialización de la droga.

El juez Oyarbide destacó que el Yectafer se fabricaba con hierro importado de Alemania por parte de una droguería. Este era después adquirido por Interdog, que pertenecía al esposo de la señora fallecida.

A su vez, según la investigación a la que accedió La Nación, Interdog habría vendido la droga a otras tres sociedades, según la documentación que aportó la propia empresa a la Anmat.

La investigación de Oyarbide permitió establecer, según fuentes judiciales, que esas ventas habrían sido simuladas, pues las empresas nunca adquirieron esos remedios y había datos falsos insertados en las facturas.

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