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Fórmulas contrapuestas | ||
Al elegir como su compañera de fórmula a la gobernadora de Alaska, Sarah Palin, el aspirante presidencial republicano John McCain logró opacar en los medios de difusión el show hollywoodense que fue montado por los demócratas, en Denver, donde Barack Obama aceptó "con humildad" ser el candidato de su partido. Una semana antes, Obama había nombrado para acompañarlo al senador Joe Biden, una figura bastante gris que en cierto modo encarna la vieja política que sus simpatizantes quisieran dejar atrás. En ambos casos, los candidatos principales a erigirse en lo que según sus compatriotas será el "hombre más poderoso del mundo" se proponían suplir lo que según sus adversarios son sus deficiencias más graves: por ser tan breve la trayectoria política de Obama, lo acusan de carecer de la experiencia, sobre todo en política exterior, necesaria para encabezar el gobierno de la superpotencia reinante, pero Biden es un veterano que siempre ha manifestado interés en lo que sucede más allá de las fronteras norteamericanas; en cambio, McCain, que acaba de cumplir 72 años, tiene experiencia de sobra, pero la de Palin, de 44 años, es aún menor que la del candidato presidencial demócrata, puesto que consiste en apenas dos años como gobernadora de un estado que, como la provincia de Santa Cruz, es muy grande pero está escasamente poblado. Antes, fue intendenta de un pueblo chico de nueve mil almas. Con todo, Palin cuenta en su haber con una reputación buena como luchadora tenaz contra la corrupción, lo que podría ayudarla en Washington. Asimismo, Obama claramente espera que la presencia a su lado de Biden, cuyos padres eran pobres, le permita captar los votos de la clase obrera blanca que lo cree un elitista exótico, y McCain habrá pensado en los de las muchas mujeres demócratas que lamentan que Hillary Clinton haya perdido en la interna partidaria. Obama y McCain, pues, han seleccionado a sus compañeros de fórmula pensando más en los dos meses próximos que en los años que sigan a las elecciones, lo que no es nada raro en la política actual, pero debería motivar cierta preocupación puesto que los talentos personales que son necesarios para ganar elecciones no son siempre los más apropiados para la función que los candidatos esperan poder desempeñar. He aquí una razón por la que la campaña de Obama aún dista de resultarle el paseo triunfal que debió haber sido en vista de la sensación al parecer generalizada de que últimamente Estados Unidos se ha equivocado de rumbo. En opinión incluso de algunos demócratas que son indiferentes al color de su piel, no hay mucho detrás de su imagen reluciente y, si bien sus discursos son formalmente impresionantes, no les dicen lo que procurará hacer si gana en las elecciones de noviembre. Así las cosas, a la larga la espectacular convención demócrata en la que Obama se ungió como candidato y su mujer y sus hijas tuvieron un papel estelar podría resultarle contraproducente. La situación en que se encuentra el binomio McCain-Palin es un tanto distinta. Puesto que a pesar de su fama de ser un republicano llamativamente atípico, además de un héroe de guerra genuino, McCain no puede competir con Obama cuando se trata de una cuestión de glamour, la decisión de elegir a una mujer relativamente joven como acompañante -una que, para más señas, está casada con un esquimal, de este modo llamando la atención, como ha hecho su contrincante, a la condición multiétnica de Estados Unidos- en vez de uno de los hombres blancos que figuraban en las previsiones de la mayoría de los expertos en política norteamericana, será tomada por un intento de acomodarse a la cultura de la imagen dominante tanto en su país como en muchos otros. Aunque el papel del vicepresidente suele ser menor -el cumplido por el vice actual estadounidense, Dick Cheney, ha sido excepcionalmente importante-, siempre existe el riesgo de que por algún motivo quien lo desempeñe tenga que asumir el mando en medio de una crisis traumática. ¿Estaría Palin en condiciones de liderar el Occidente en un período lleno de peligros? A diferencia de Biden, el que por lo menos cuenta con una larga experiencia como senador influyente, hasta el viernes pasado Palin era virtualmente desconocida en Washington, en la mayor parte de Estados Unidos y, huelga decirlo, en el resto del mundo. | ||
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